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Y si soñamos fue con realidades

Albert Anker (1831- 1910) El sastre del pueblo (1894)


Podemos vernos en este espejo. El traje que efectivamente está cosiendo el esforzado sastre antes fue una idea proyectada —o soñada—. Pero mientras lleva a cabo su labor, taciturno, no deja de soñar vanas ensoñaciones que anhelan el aire oscuro para desvanecerse.

Habitar el aire. IV. La evanescencia de las ilusiones vanas

Se ha dicho antes que tenemos derecho a un lugar soñado en donde valga la pena el despertar.

Un lugar soñado no es sólo lo que urde nuestra imaginación vagarosa, también lo es aquello que proyectamos, que lanzamos adelante… y que nos aplicamos a construir. Después de todo, si se repara bien en la cuestión, siempre habrá en un presente algo que hemos elaborado antes, a título de tentativa, de hipótesis, de conjetura.
Un lugar en donde valga la pena el despertar es aquel que hemos conquistado con felicidad y constituye una riqueza esencial porque no se desvanece con la vigilia.

Porque, como habitamos el aire, todo aquello que soñamos y que resulta vano —por no persistir en el despertar— se diluye, evanescente, ligero y tenue, para dar sustancia y origen a otros sueños. 

Cuestiones de apertura (71)

¿Cómo será posible potenciar el cabal significado de todos y cada uno de los lugares que habitamos?

Primero, las personas

Robert Schiff (1869- 1935) Salida de la Ópera de Viena (1900)


Puede uno admirar la magnificencia de la obra tectónica, el airoso gesto del diseño o dedicar mucha atención a las condiciones de las personas en el lugar. De los compromisos principales del oficio del arquitecto, aquí preferimos la tercera opción.

Compromisos del oficio del arquitecto

Hay quien compromete su oficio de arquitecto con el desafío de materializar una magnífica obra en el seno de todo el conjunto de cosas útiles que nos rodean en la vida. Edificar tiene, en consecuencia, un sentido tanto realizador como moral. Un cierto temple del espíritu es tanto una causa eficiente como material: construir es siempre una proeza. No obstante, construir no es un fin en sí mismo.
Hay otros que actúan movidos por el designio de la síntesis de la forma. Operadores de alto talento intelectual, su consigna es transmutar la sustancia de la idea en formas. Es encomiable la capacidad creadora, las mañas del homo faber, que, con mañas de soñador inspirado, logra condensar superiormente la materia del deseo. No obstante, proyectar —o más propiamente, diseñar — no es un fin en sí mismo.

Hay otros que buscan servir al mejor habitar de las personas. Indagan en las conductas, en los deseos, en las demandas, en las críticas y se aplican con ahínco en buscar alternativas a los modos de vida actual en todos aquellos aspectos en que este habitar se revele insatisfactorio. Servir al habitar humano puede ser un fin en sí mismo.

Sensaciones de confort en la piel

José Malhoa (1855- 1933) Praia das Maçãs (1918)


No es posible juzgar el confort si no es con las sensaciones palpitantes en la propia piel. Y juzgar lo confortable es un juicio de valor insustituible en arquitectura.

Pieles

Por lo general, para dar con la fisonomía general de un edificio, nos contentamos con apreciar sus masas y sombras según se perciben desde el exterior.
Pero el conocimiento íntimo y propiamente arquitectónico de un lugar sólo se consigue con el recorrido del lado de adentro. De este lado del edificio, lo que cuenta, en principio, es el roce de la superficie interior de la arquitectura con la piel que toma debida nota de texturas, contornos y calores específicos y superficiales. Así, se ponen en contacto directo la piel sensible de la arquitectura y una superficie sensitiva mayor del cuerpo. Allí donde la piel agradece el confort, la arquitectura cumple con su cometido principal.

La interacción de estas pieles promueve una profunda erótica que no debe faltar en una completa Teoría del Habitar.

¿Hasta cuándo?

Eugène Galien- Laloue (1854- 1941) La Place du Châtelet (1941)


¿Hasta cuándo seguiremos los arquitectos fascinados por las cosas construidas y prestaremos atención a los modos en que las personas habitan la arquitectura?

¿Por qué la preocupación por el habitar es aún tan incipiente?

Cada vez que me formulo esta pregunta, menos puedo entender las causas de este llamativo retraso histórico.

Pintor de la atmósfera

René Magritte (1896- 1967) El castillo de los Pirineos (1959)


Max Ernst mencionaba, de modo tan críptico como poético (hay veces que estos adjetivos son intercambiables), “Hace un tiempo de Magritte”

Habitar el aire. III. Lo diáfano

Es preciso subrayar que, efectivamente, en el terreno de la imaginación, el epíteto más cercano al sustantivo aire, es el epíteto libre? El aire natural es el aire libre.
Gaston Bachelard, 1943

El aire es el elemento mítico sutil.
Lo diáfano se resiste apenas a las revelaciones de la luz. Y no obstante, resiste trémulo y necesario al pasaje de la música y la palabra. Al respirarlo, permite que se nos inspire, que se conmueva algo interior.

Habitamos el aire en modos tenues, límpidos, estremecidos, acompasados.

Cuestiones de apertura (70)

¿Cuáles son las condiciones para que una obra arquitectónica se transforme en un emblema de su paraje o ciudad?

Un gourmand chapado a la antigua

Henri Brispot (1846- 1928) Un gourmand (1928)


Un burgués glotón que apenas levanta la vista del plato. El moderno comensal de un exclusivo establecimiento apenas respira tranquilo si comprueba de soslayo que en su derredor asisten sólo sus iguales, la-gente-como-uno.

Exclusivo, excluyente

En la retórica publicitaria, cuando nos ofrecen un bien o servicio bajo el título de ‘exclusivo’, en realidad nos están requiriendo un precio de exclusión.
En efecto, la promesa de un restaurante exclusivo no radica tanto en la exquisitez de su oferta, como en el establecimiento de una tabla de precios que cerrará la puerta a todos quienes no quieran o puedan pagar esta exclusividad. Lo exclusivo de un establecimiento no es tanto función de lo que ofrece, sino cómo restringe su convocatoria.
Lo mismo sucede con los lugares en que residimos: todos terminamos pagando un precio de exclusión que nos asegura un vecindario cada vez más homogéneo y segregado espacialmente según la implacable ley del precio del suelo urbano. Así les va a nuestras ciudades y así nos va a nosotros mismos.


Un lugar soñado en donde valga la pena el despertar

Anders Zorn (1860- 1920) Despertar (1920)


A esto es que tenemos derecho. A un lugar soñado en donde valga la pena el despertar.

En sustitución de un concepto caduco

La vivienda de interés social es aquella que dentro de las normas esenciales de habitabilidad se construya a coste mínimo, con el propósito de ponerla a disposición de las familias de escasos ingresos y dentro de su alcance.

Bajo la definición anterior se ha edificado toda una concepción política que ha llegado a su fecha de caducidad histórica. Las denominadas políticas de vivienda no dan respuesta adecuada a las demandas sociales.
En primer lugar, la demanda no se circunscribe a viviendas, sino es una demanda social de lugares para habitar, en el sentido amplio, urbano y territorial de la locución.
En segundo lugar, no puede considerarse como la provisión de un simple satisfactor abaratado, sino de locaciones adecuadas sí, pero también dignas y decorosas.
En tercer lugar, es parcial, falaz y estigmatizador dirigir una política focalizada para el alojamiento de los pobres, sino asegurar a toda la sociedad de lugares para habitar adecuados, dignos y decorosos.
Por ello, debe reemplazarse la locución vivienda de interés social por:


Lugares para habitar adecuados, dignos y decorosos para todos los habitantes

Otros límites

Pablo Basch Plano de Buenos Aires (1895)

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
Hay un espejo que me ha visto por última vez,
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
Hay alguno que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años;
La muerte me desgasta, incesante.

Jorge Luis Borges, Límites, 1961

Tristezas

Hay una cultura —que en gran parte es la nuestra— que confina el refinamiento estético como una rareza.
Las bellezas del arte se sustraen del escrutinio público y pueblan las salas silenciosas de los museos. Los versos más inspirados yacen mudos en los más polvorientos anaqueles. Las más exquisitas músicas son un vago recuerdo de taciturnos melómanos.

Una civilización verdaderamente rica y sana difundiría lo estético en la totalidad de la vida social. La belleza dejaría de constituir una rareza, para propagarse ubicua por cada uno de los rincones habitados.

Conducta de los portones

Ernestine von Kirchsberg (1857- 1924) Viejo portal del castillo (s/f)

Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Jorge Luis Borges, Límites.1964

Límites

El límite es el verdadero protagonista del espacio, como el presente, otro límite, es el verdadero protagonista del tiempo.
Eduardo Chillida, 2004

Es que allí donde se señala una discontinuidad, una articulación es que distinguimos. Conocer es advertir una diferencia.
Así, reconocemos una región en el cierre de sus bordes. Así, registramos el itinerario en la ocurrencia de cruces e hitos. Así, vemos sucederse los lugares cuando irrumpen en nuestra marcha los umbrales.

Es por obra de los límites que conocemos el fluir de espacios y tiempos

Cuestiones de apertura (69)

¿Por qué se soslaya el papel de los lugares umbrales?

Pensamiento disciplinado

Giovanni Panini (1692- 1765) Interior del Panteón (s/f)


No se trata del pensamiento particular de los arquitectos, sino de la autoimposición de una cierta disciplina.

Sobre el pensamiento arquitectónico (III)

No debe confundirse el pensamiento arquitectónico con el pensamiento de los arquitectos.
El pensamiento arquitectónico es fruto de la imposición de una disciplina, mientras que los arquitectos, por fortuna, son libres de pensar cada uno como le plazca. A efectos de que la imposición de una disciplina no constituya una constricción indebida, se debe adoptar conscientemente y, de buena gana, hacerla propia.

Cualquiera puede pensar arquitectónicamente, si acepta de buen grado hacerlo.

De qué trata la arquitectura

Marcin Zaleski (1796- 1877) Catedral de San Juan (1836)

Es algo más que un conjunto de piedras sabiamente iluminadas: es una estructura de fines.


Sobre el pensamiento arquitectónico (II)

El pensamiento arquitectónico no se restringe a aunar la crítica con la proposición de alternativas.
Un segundo punto especificador es que se trata de un pensamiento jerarquizador de fines. A un fin principal deben supeditarse fines reputados secundarios.

De esta manera, agregados complejos y problemáticos se transforman en estructuras orientadas finalistamente, que se proyectan al futuro y se diseñan efectivamente, en forma y contenido.

Crítica y alternativas

Albert Edenfelt (1854- 1905) Casa de trabajo de los niños (1885)


Un pensamiento arquitectónico se precia de ser crítico y propositivo de alternativas. No basta espantarse con el trabajo infantil; es necesario elaborar políticas sociales que los devuelvan a los juegos y el aprendizaje y atacar las condiciones socioeconómicas que determinan esa penosa situación.

Sobre el pensamiento arquitectónico (I)

Si postulamos la existencia de un pensamiento arquitectónico es porque existe —o es deseable que exista— un pensar caracterizado en una cierta forma distintiva e identificadora.
El primer elemento distintivo característico es que, enfrentado a lo real, reacciona con un afilado examen crítico a la vez que propone alternativas a los actuales estados de cosas.

No se trata ni de negar lo real, ni de ejercer puramente el espíritu crítico, es cuestionar y conjeturar futuros estados preferibles de cosas.

En la profundidad de la alcoba

Poul Friis Nybo (1869- 1929) Dormitorio de dama (1929)


Podemos apreciar con relativa facilidad cómo se ve y cómo se oye la escena. Los datos de los sentidos se complementan sinestésicamente. ¿Pero, qué fragancias pueden apreciarse? ¿Será acaso el misterioso perfume poblado de feromonas maravillosas?

Habitar el aire. II. La dimensión osmotópica de las atmósferas

Con el dominio casi absoluto de la vista y del oído, los otros sentidos se resignan a un segundo plano de consideración.
Esto parece peculiarmente claro en el caso del olfato. Se lo trata como un sentido primitivo, animal, instintivo que sólo aparece emerger con el espanto radical por el mefitismo. De los lugares parece esperarse que no huelan particularmente a nada.
Sin embargo, lo hacen. Nuestra acuidad apenas reconoce un tono, un fondo perceptivo: las escuelas, los hospitales tienen un aroma particular y distintivo. Por su parte, los comerciantes de ropa femenina rocían discretamente sus ambientes como estímulo a la adhesión poco consciente y el incremento consecuente de las ventas. Proliferan las ofertas de la industria de los productos para la limpieza y aún los dispositivos para perfumar los ambientes. Las amas de casa, se piensa, quieren que su residencia huela a limpio, como prueba patente de la limpieza imperante.
Pero si cavamos en nuestra memoria, ha habido lugares que han portado su propia fragancia: las maderas, los cueros, las tapicerías, aún el polvo no removido.
Habría que prestar mayor atención a la dimensión osmotópica1 de las atmósferas habitadas.



1Del griego osmos, olor

Cuestiones de apertura (68)

¿Cómo  organizar un asedio sistemático a la habitación de los lugares de trabajo?

Tratado para tí

Sebastian Le Clerc (s/d) Vitruvio presenta De Architectura a Augusto (1684)


Hay quien confunde el tratado de Vitruvio con un más que discutible manual de construcción. No se tiene en cuenta a quién está dirigido el texto. Vitruvio no escribe para estudiantes, ni para constructores, ni para un público. Escribe para Augusto, el Comitente por excelencia. Este comitente debe ser instruido acerca de la arquitectura, que es lo que le compete y no de construcción.

Mitos del origen de la arquitectura

Las arquitecturas tienen un origen histórico que acaso nunca logremos develar, pero, según se elaboren los relatos (mythos) de origen, así podrá edificarse consecuentemente una teoría constitutiva.
Para Vitruvio, todo comienza con el dominio del fuego y del habla: la choza primitiva es el germen de la arquitectura puesta al servicio de la vida de los hombres.
Para Peter Sloterdijk, en el comienzo todos son relojes u observatorios astronómicos que miden el tiempo y aconsejan sobre las labores agrícolas.
El imperativo categórico de la ontología agraria: ¡interésate por la cosecha! sólo puede seguirse mientras exista una tensión razonable entre previsión y cumplimiento.
Según eso, la casa de los primeros campesinos sería un reloj habitado
(Sloterdjk, 2004)
Por mi parte, observo los crómlech o círculos de piedra de la prehistoria y observo que hay un gesto originario, simple y formal, pero indispensable a cualquier empresa arquitectónica. Se trata de articular el lugar, separar y conectar a la vez el territorio sagrado o de los muertos del correspondiente a los vivos o profanos.

El mérito de los mitos de origen radica en la fertilidad con que se desencadena un desarrollo consecuente. Conviene reparar con atención hacia dónde conducen.

Enfilade

Andrei Zeest (s/d) Enfilada en el interior del Palacio de Alejandro (1917)


Un collar de espacios. Una muy buena manera de explicar qué es una enfilade, organización arquitectónica que ha cedido lugar a la organización de salas y pasillos.

Plumas ajenas: Santiago de Molina

La enfilade nace como una sucesión abismal de habitaciones cuyas puertas permanecen alineadas. El sistema de comunicación de la enfilade triunfa durante el barroco y tiene origen como término en el mundo militar. La enfilade es la organización de un collar de espacios y pasos que homenajea a la perspectiva y al punto de vista: es decir, construye un infinito de interiores. Depende de lo que se coloque al fondo – sea una ventana, un cuadro o un dormitorio – que el efecto dramático cambie el carácter completo a una obra. Los ingredientes fundamentales de esta forma de comunicación son, por tanto, un ojo, una infinitud de puertas y claroscuros y un final prometido aunque puede que inaccesible.

Santiago de Molina, 2016

Tres años


Albrecht Dürer. Rinoceronte (1515)

Tres años ya, contemplando y describiendo nuestro obsesivo objeto de estudio. Lo que no podemos aún describir tal cual es, lo suplimos con imaginación.

Onironautas

Dirck van Delen (1604- 1671) Capricho arquitectónico (1633)


La operación arquitectónica por excelencia es la navegación de los vastos territorios del sueño lúcido.

La operación arquitectónica

El poeta uruguayo Juan Cunha afirmó una vez y para siempre que
Y si soñamos fue con realidades
Lejos de la ensoñación puramente ilusoria y fantasmática, el habitar necesita soñarse antes de proyectarlo hacia el futuro. No alcanzará nunca el estatuto de real hasta que no logre imaginarse. Lo que hoy podemos producir está a la vuelta de la realidad porque antes ha sido una consolidación íntegra de la materia de los sueños

Por supuesto que no basta con soñar, hay que derivar de la imaginación al proyecto y de allí a otra realidad que tiene que sernos posible.