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Plumas ajenas: Gaston Bachelard

Si, como creemos, el ser meditativo es primeramente el ser soñador, toda una metafísica de la ensoñación podría inspirarse en la página de Éluard. En ella el ensueño se encuentra integrado en su justo lugar: antes de la representación, el mundo imaginado esta justamente colocado antes que el mundo representado, el universo justamente situado antes que el objeto. El conocimiento poético del mundo precede, como es justo, al conocimiento razonable de los objetos. El mundo es bello antes de ser verdadero. El mundo es admirado antes de ser comprobado. Toda primitividad es onirismo puro.
Si el mundo no fuera primero mi ensoñación, entonces mi ser estaría inmediatamente ceñido en sus representaciones, siempre contemporáneo y esclavo de sus sensaciones. Privado de las vacaciones del sueño, no podría tomar conciencia de sus representaciones. El ser, para tomar conciencia de su facultad de representación, debe pasar por ese estado de vidente puro. Ante el espejo sin azogue del cielo vacío, de realizar la visión pura.

Bachelard, 1953

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