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El dominio del paisaje

Emil Jakob Schindler (1842- 1892) Vista de Ragusa (1890)

Hay un gesto primigenio en la conquista estratégica del paisaje que se hace de una posición eminente.
Así, balcones, azoteas y miradores son emplazamientos especialmente acondicionados para la apropiación sensible y simbólica del paisaje. Estos lugares se despliegan sobre anchos y despejados escenarios para conseguir vivencias de expansión.
Con la distancia pueden percibirse las principales tensiones fundamentales en el paisaje, aportando la visión un carácter comprensivo y desvelador.

Hay en el paisaje una arquitectura de parajes que permiten un dominio respetuoso y aleccionador: sólo se trata de operar con discreción y sensibilidad.

Los juegos tenues y efímeros del habitar

Victor Gabriel Gilbert (1847- 1933) El servicio de la mesa (1933)

En este sitio se ha prestado cierta atención a los modos efímeros de acondicionamiento habitable.
Es que, yuxtapuesto al modo arquitectónico tradicional, que compone y construye lugares vivideros, hay un conjunto de gestos del cuerpo que prosiguen la tarea, que culminan la labor, que consiguen dar término a la articulación entre las personas y los lugares.
Se postula, entonces, un modo arquitectónico duro, estructural y estratégico que se materializa en construcciones, por una parte. Por otra y en forma correspondiente, un modo no menos arquitectónico, pero sutil, laxo y táctico que ordena gestos del cuerpo, reglas de conducta, etiquetas, disposiciones decorosas, operaciones, rituales y ceremonias.

Ambos dispositivos y producciones configuran situaciones de forma y contexto en donde la vida humana cobra un especial y específico significado.

La acumulación tanathotópica

Carl Stefan Bennet (1800- 1878) La casa del artista en Estocolmo (1865)

El tiempo se desliza y nuestro habitar prolifera en objetos-monumento.
A lo largo de la vida se van acumulando objetos portadores de signos ostensivos de memoria. Son objetos-monumento en tanto su principal cometido es permanecer casi idénticos a sí mismos como testimonio de lo que ha sido, del tiempo muerto.
El habitar burgués prolifera en objetos-monumentos acumulados según un hábito propio y diferencial. Se podría decir, exagerando las cosas sólo en un mínimo, que el habitar cabalmente burgués es esa acumulación tanathotópica que hace de una vida una heredad.

¿Cómo nos arreglaremos con las cosas del vivir en una lógica de no acumulación, sino de arreglo significativo y alternativo al modo burgués de habitar?

Valores del baño

Palma Vecchio (1480- 1528) Diana y Callisto (1528

Antaño, el baño era dominantemente festivo, colectivo y reparador. Para llegar a la actual condición de requisito cotidiano, higiénico e íntimo, ha corrido mucha agua, por cierto.


H.C. White Co Publishers Mujer en el baño (1902)


Lo importante es cómo ha devenido el significado del baño y del cuidado personal. Más allá de la pura disponibilidad técnica de ámbitos domésticos e instalaciones, es crucial cómo han devenido los valores en juego.
¿Cómo devendrán los baños del futuro ante las ahora incipientes inquietudes ambientales con referencia al agua, la energía y los modos sustentables de habitar?

Arquitectura de acontecimientos

Anselmo Guinea (1855- 1906) Grupo de personas (1904)

Aquellos de nosotros que nos interesamos por los edificios solemos olvidar con demasiada facilidad que toda la vida y el alma de un lugar, que todas nuestras experiencias en él, no dependen sencillamente del medio ambiente físico, sino de los patrones de acontecimientos que allí experimentamos.
(Alexander, 1979:64)
Hay arquitecturas, por lo menos, confeccionadas con dos tipos de diferentes sustancias.
Por una parte, una conocida arquitectura que se ocupa de la piedra que reviste los pavimentos, de los materiales de la balaustrada, de la contextura de las luminarias.
Por otra, una arquitectura de acontecimientos, en donde su sustancia es la vida humana. Una arquitectura de acontecimientos, de coreografías del cuerpo en los lugares, de circunstancias que dan forma concreta a la existencia.
Esta última arquitectura es a la que aquí se presta mayor atención


Vocación de vida

Leonardo da Vinci (1452- 1519) Estudio de un embrión (1513)

¿Es que hay una arquitectura con vocación de vida? Por cierto que la hay. Debe haberla.
Se trata de unos eventos estimulantes. No tanto debido a la fotogenia del producto arquitectónico en las páginas satinadas de las revistas especializadas, sino enervante de las pulsiones profundas de la vida cotidiana. Esto quiere decir, lugares intensa y gozosamente habitados, más que vacuidades mostradas.
Una arquitectura de ocurrencias promotoras de la buena vida. No se reducen a objetos consumibles; son instrumentos fértiles para desarrollar una existencia decorosa
En definitiva, una arquitectura con vocación de vida es aquella que mueve los sueños. Porque resulta ser lo que en verdad hemos soñado desde siempre.


Plumas ajenas: Roberto Doberti

Frente al diseño de una vivienda un arquitecto debe dudar y reconstruir desde esa duda la noción misma de vivienda, la lógica de su disposición física, de sus efectos simbólicos, de las tecnologías que la concretan y de los principios de su relación con el medio. No importa si el resultado final es original o no, si ese proceso de reconstitución se refleja ostensiblemente en la obra, lo que importa es que la obra será auténtica no por original o novedosa sino por originada desde sus fundamentos.

Roberto Doberti

Postraciones

Felix Valloton (1865- 1925) La paciente (1892)

Nadie puede dudar de que las cosas recaen,
un señor se enferma y de golpe un miércoles recae
un lápiz en la mesa recae seguido
las mujeres, cómo recaen
Julio Cortázar
A menudo incurrimos en alzarnos erguidos sobre nuestros pies y a veces con ello nos envanecemos distraídamente. Andamos enderezados felizmente en nuestra bipedestación. Así creemos conquistar a diario el mundo.
Pero hay ocasiones en que las flaquezas de la salud nos postran y el mundo queda reducido a la isla del lecho. No hay otro remedio que conformarse con una lánguida horizontalidad que nos abate y nos vulnera.

No queda otro remedio que resignarse paciente a una prudente postración, confiar críticamente en la ciencia médica y agradecer el gesto conmiserado.

Urbanitas en cuatro dimensiones (IV)

María de los Ángeles Martínez (1953- ) Juan Carlos Gómez (s/f)

Podemos (y debemos) ser prácticos y rutinarios como el usuario, curiosos e intensos como el turista, críticos y poéticos como el paseante, o activos e implicados como los comprometidos.
Blanco et.al., 2016

Resta ocuparse de la última dimensión: las de los comprometidos.
No se trata sólo de arquitectos o urbanistas; también aportan lo suyo antropólogos, sociólogos, economistas y todos aquellos que implementan sus conocimientos e interés en los fenómenos del territorio urbano.
No se trata sólo de especialistas; también hay generalistas comprometidos críticamente con el devenir de los lugares que habitan.

En este sentido, el término compromiso es un acertado denominador común. Parafraseando a un escritor compatriota, hay que hacer por la ciudad algo más que amarla.

Urbanitas en cuatro dimensiones (III)

María de los Ángeles Martínez (1953- ) Feria en Plaza Matríz

Podemos (y debemos) ser prácticos y rutinarios como el usuario, curiosos e intensos como el turista, críticos y poéticos como el paseante, o activos e implicados como los comprometidos.
Blanco et.al., 2016

Aquí se ha propuesto sustituir la dimensión usuario por la de habituado y ajustar la categoría de turista con la del visitante.

Sobre la denominación de paseante, no hay nada que objetar. Pero parece que fuera una especie en peligro de extinción: ¿Subsisten los paseantes? ¿Qué es de la vida de los flâneurs que florecían en el siglo XIX? 
Gustave Caillebote (1848- 1894) Calle de París bajo la lluvia (1877)

La multitud era el velo tras el cual la ciudad íntima, como una fantasmagoría, hacía señas al flâneur. En ella, la ciudad era ora un paisaje, ora una habitación, y ambos entraron en declive con la construcción de los grandes almacenes, que aprovecharon la propia flânerie para vender su mercancía. El centro comercial asestó el golpe definitivo al flâneur.
Walter Benjamin, 1935
Hay algo de la fruición de la vida urbana propia de personajes que alternativamente se sitúan inmersos en la vida urbana a la vez que se distancian para contemplar el espectáculo con espíritu crítico sí, pero también con un encantamiento cómplice.
Revivir los antiguos paseantes puede ser empresa frustrante: hay que reinventarse como modernos transeúntes.

Urbanitas en cuatro dimensiones (II)

María de los Ángeles Martínez (1953- ) Plaza Matríz

Podemos (y debemos) ser prácticos y rutinarios como el usuario, curiosos e intensos como el turista, críticos y poéticos como el paseante, o activos e implicados como los comprometidos.
Blanco et.al., 2016

Aquí se ha propuesto sustituir la dimensión usuario por la de habituado.
En lo que toca a la dimensión turística sólo cabe un ligero ajuste. Visitante denota con claridad la actitud, vocación y condiciones que tienen. los urbanitas cuando exploran o bien ciudades poco o nada conocidas o bien exploran regiones no frecuentadas de su propia urbe.
Los visitantes agudizan su percepción en el descubrimiento del ámbito novedoso, fijando aquí y allá mojones o hitos de sus itinerarios. Los visitantes, de esta forma, toman distancia y juzgan con intensidad la imagen urbana y son especialmente sensibles a la decodificación del paisaje.

Los visitantes inauguran el espacio urbano en un estado prístino e insustituiblemente revelador: toda ciudad ha sido conocida en principio a través de una recién estrenada curiosidad.

Urbanitas en cuatro dimensiones (I)

María de los Ángeles Martínez (1953- )  Plaza Matriz

Podemos (y debemos) ser prácticos y rutinarios como el usuario, curiosos e intensos como el turista, críticos y poéticos como el paseante, o activos e implicados como los comprometidos.
Blanco et.al., 2016
Es interesante esta propuesta de taxonomía general de los habitantes de nuestras ciudades.
Pero conviene revisar los términos.
En primer lugar, es necesario enfocarse sobre los urbanitas, esto es, aquel sujeto que ha nacido o que vive en una ciudad y prefiere su estilo de vida allí frente a alternativas como el campo o la ciudad pequeña.
Los que suelen adoptar prácticas recurrentes y rutinarias son denominados por nuestros autores como usuarios. En verdad, el término encubre un cierto matiz de aceptación pasiva de una relación sujeto/útil o, peor aún, un mero consumidor conformista. La cuestión cambia si se los denomina habituados, lo que distingue la dimensión que adoptan aquellos urbanitas que ajustan su conducta, sus ceremonias y sus rituales en formas integradas por el tiempo y la frecuentación de los lugares.

Los urbanitas habituados hacen mucho más que usar sus ciudades, sus ámbitos públicos y sus equipamientos: practican su ciudad.

Las cosas, de lado a lado

Jan Brueghel el Viejo (1568- 1625) Los sentidos del oído, tacto y sabor (1618)

Un escenario para la acción tiene una peculiar dimensión en su amplitud.
Supone la amplitud una holgura y una libertad de movimientos resultante; una dilatación que señala un incremento en la latitud. De la amplitud es tentadoramente fácil —aunque no del todo riguroso— deslizarse hacia la ampulosidad, a una espaciosidad relativamente vacante en la expresión.
En todo caso, la apreciación visual de una extensión es, paradigmática, la anchura, que proviene del recorrido, en un plano perpendicular al de la visión, de un lado a otro. Estimamos con mejor exactitud relativa el ancho que la altura y mucho mejor que la profundidad.
Un talante cultivado es el resultante, en principio, de una amplitud de miras, mientras que el dominio estratégico de una situación hace aconsejable disponerse ante el ancho panorama. Los horizontes despejados y abiertos son los que lucen su mayor vastedad.
Un lugar confortable es, en principio, amplio. Por el contrario, lo constreñido a la estrechez es incómodamente escaso, carente, deprivado.

La amplitud se mide, en lo fundamental, con la apertura de los brazos, con la proyección de nuestra envergadura.

Plumas ajenas: García et. al.

La ciudad capitalista puede entenderse como el actual modelo urbano que transforma nuestros pueblos y ciudades en espacios diseñados para la reproducción económica y la distribución e intercambio de mercancías, a partir de la implementación de tres procesos:
  • la búsqueda del beneficio económico en la ordenación del territorio convirtiendo a los sectores empresarial y financiero en auténticos actores políticos y determinando que cualquier intervención urbana tenga que ser susceptible de reportar algún tipo de plusvalía;
  • la progresiva extensión del control y la filosofía capitalistas a todos los ámbitos de nuestras vidas (trabajo, cuidados, consumo, organización política, usos y costumbres del espacio público, conocimiento, ocio, hogar, familia, sexo...);
  • la reiteración generalizada de las mismas estrategias de marketing urbano por los planificadores y gestores de muchas otras ciudades similares de fuera y dentro del Estado.

Esther García García, Óscar Salguero Montaño, Ariana Sánchez Cota y Juan Rodríguez Medela, 2016

Artículo completo en:

Prácticas sociales de concepción del habitar

Carl Wilhelm Hübner (1814- 1879) En la cuna (1857)

Indagar en las prácticas sociales de concepción del habitar exige el auxilio de la psicología profunda.
En efecto, es necesario analizar honda y sistemáticamente el sustrato del deseo de habitar. No basta con recabar demandas concretas y explícitas sobre las condiciones exigidas a los lugares habitados. Se impone indagar en las pulsiones elementales que sirven de fundamento primordial a las imágenes que necesariamente aparecen falazmente racionalizadas cuando emergen en el discurso consciente.
Es preciso indagar sobre los fundamentos originarios tanto en la conciencia de los sujetos, como en las condiciones históricas que los constriñen, complementado con una revisión a fondo de las representaciones operativas actuales.

Porque el aspecto del lugar digno de habitarse no se encuentra en el genio del artífice, sino en el psiquismo del habitante.

Horizontes

Charles- François Daubigny (1817- 1878) Tormenta inminente (1874)

Habitamos la tierra, pero por lo general sólo la hollamos como una figura: dejamos al suelo  (edafos) a las plantas y la profundidad de su seno (tafos) al inframundo.
Habitamos la atmósfera, ciertamente, pero dejamos el cielo a los signos de lo proveniente: los dioses, lo que nos cae (meteoros), lo que deseamos o lo que vendrá.


Charles- François Daubigny (1817- 1878) La villa de Kérity en Bretagne (1878)


En verdad, habitamos el límite entre la tierra y el cielo: habitamos un horizonte, habitamos el horizonte cabe cielo y tierra.
El horizonte no sólo nos sucede, también le ponemos cuerpo y le conferimos lugar: el nuestro.

La fachada se pliega sobre sí misma

Édouard Vuilliard (1868- 1940) Venus de Milo (1920)

Conviene a la residencia burguesa disponer de amplias y cuidadas fachadas: una es la piel que reviste la faz pública del edificio, otra es la membrana que se pliega en el salón.
Una función es común a ambas: la presentación y la representación.
Los sujetos se presentan en tanto poseedores de una respetabilidad de propietarios de bienes. Así, la casa burguesa se viste con igual empaque que el cuerpo del habitante y así se tiene lugar tanto en el ámbito público ciudadano tanto como allí donde la residencia se abre con circunspección al relacionamiento social.
Pero lo importante es, como en tantas cosas, el significado connotado: aquello que objetos, rituales de implementación y aún las personas representan. En el salón es donde la familia burguesa constituye su condición en el ámbito apropiado: solemne recinto en donde se celebran cuidadas ceremonias que mucho tienen de actuación en meticulosos atrezos.

Y sin embargo, como casi siempre sucede, el carácter burgués no puede evitar significarse como tal en reveladores detalles como el de la escena mostrada en nuestro cuadro. Sólo a un consumado rastacuero se le ocurriría posar una reproducción clásica… encima de una chimenea.

Plumas ajenas: Blasco, Arrarás y Lahoz

La ciudad es una realidad compleja a la que los tipos de estas cuatro categorías se acercan sesgadamente. […] Podemos (y debemos) ser prácticos y rutinarios como el usuario, curiosos e intensos como el turista, críticos y poéticos como el paseante, o activos e implicados como los comprometidos. En su conjunto, estas distintas visiones complementarias contribuyen al conocimiento de la ciudad que nos acompaña.

José Antonio Blasco, Carlos Martínez-Arrarás y Carlos Lahoz , 2016

Véase el artículo completo en

Capítulos de una teoría del habitar

Louis Abel-Truchet (1857- 1917) Escena callejera (s/f)

En el estado actual de la cuestión, es posible esbozar un plan general que desarrolle de un modo sistemático la Teoría del Habitar.
Puede pensarse en la sucesión de tres importantes capítulos.
El primero es de naturaleza epistemológica. Se trata aquí de examinar a fondo el objeto de estudio y diseñar un marco sistemático de pertinencia, esto es, qué es pertinente saber sobre el habitar y cómo abordarlo de modo científico.
Un segundo importante capítulo podría dedicarse al examen del habitar en tanto constituye una práctica social. Este aspecto debe ser tratado con el rigor de las ciencias sociales y abarca todo un amplio espectro ético y político. Se revisarían aquí los presupuestos teóricos de las políticas habitacionales tanto como la constitución y reconocimiento de derechos humanos de naturaleza social.
El tercero de los apartados se destinaría al estudio del habitar en su aspecto de producción social. Este aspecto toca los modos y recursos puestos efectivamente en juego en la producción material y simbólica de los lugares habitados en todas sus escalas.

Puede entenderse que la Teoría, como tal, es suficientemente madura para abordarse según un plan general y sistematizado

Purificación

Veniamin Borisov (1935- 2014) Bañista (1993)

El agua es el elemento que purifica con su frescura y limpidez ejemplar.
Para Bachelard, “la imaginación material encuentra en el agua la materia pura por excelencia”. Existe una temprana asociación entre el agua y la vida a través de la experiencia de la fertilidad de la tierra regada, pero sobre todo con la vivencia honda de la frescura en la piel.
Así, podemos experimentar la vitalidad del agua con la experiencia de la sed, pero será con una fresca ablución reparadora que nos purificaremos según un ritual traído desde lo hondo de los tiempos.


Se nos muere el ámbito público en las ciudades

Pablo Sánchez Chillón La internacionalización de la Plaza Dura barcelonesa: Plataforma das Artes e da Criatividade, Guimarães, Portugal.

Si nadie le pone remedio, en una decena de años, los espacios públicos de muchas ciudades, especialmente en los países emergentes de Asia, África y América, desaparecerán para siempre, engullidos por nuevas lógicas de crecimiento desordenado, privatización, ausencia de normativa de protección o cuando no, de pura desidia colectiva, privando a los futuros habitantes de estas ciudades de uno de los pilares fundamentales de la vida comunitaria y la socialización urbana.
Pablo Sánchez Chillón, 2016

Los lugares públicos han sido elementos vertebradores de la vida y desarrollo de las ciudades.
En principio cabe poner atención a un importante matiz. Aquí se habla de lugares y no de espacios bajo la intención de atender no sólo a los sitios físicos abstraídos de su implementación, sino de considerar ámbitos habitados. En este caso, ámbitos de naturaleza pública y por esa condición, cabalmente urbanos.
Los lugares públicos de nuestras ciudades ceden contenido democrático y comunitario, en términos de accesibilidad, participación ciudadana e inclusión social. Esto se manifiesta tanto en los espacios públicos como las plazas y calles, pero también y principalmente en la vida cotidiana de los ciudadanos.

… los espacios públicos, antaño lugares propicios para el estímulo sensorial y la sublimación de las esencias de las diversas comunidades urbanas que integran la ciudad, están comenzando a perder su carácter de lugares de encuentro y socialización espontánea, convirtiéndose en no pocos casos en meros deambulatorios por los que transita (de un punto A a un punto B) una legión de zombies enganchados a una vibrante pantalla digital en un estado de inducida distracción total, indiferentes a la calidad, la belleza o la identidad del entorno urbano que les rodea.
Pablo Sánchez Chillón, 2016

Hay que reivindicar el derecho a la ciudad de los urbanitas como un aspecto concreto del derecho humano a habitar. El carácter del ámbito público será necesariamente congruente con la inteligencia política de la comunidad que se da lugar en la ciudad.

Véase el artículo del autor citado en

La habitación del lugar de trabajo

René Hérisson (1857- 1940) La vidriería Claude Boucher (1904)

Hay algo especialmente mezquino en los lugares en donde sólo se invierte en aquello que se traduce en comprobables beneficios económicos.
Así como el capitalista del siglo XIX despojó al artesano del orgullo por su propio trabajo, sustituyendo una labor esforzada y valiosa en una cruda explotación, así también la magia equívoca del taller tradicional mutó en la fábrica moderna, en donde las máquinas dictan su ley.
Ha pasado ya mucho tiempo y se han sucedido generaciones de trabajadores aquejados de enfermedades profesionales, cuando no muertos en accidentes. Recién en la actualidad se empieza a tener en cuenta las variables ambientales básicas para asegurar un mínimo de salubridad en los lugares de trabajo.
Pero conviene recordar que parte no menor de nuestra condición humana la verificamos en aquello que producimos para ganarnos el sustento. Por ello, los lugares de trabajo deben ser adecuados, dignos y decorosos, propios nuestra condición de seres humanos, ejemplares de la especie homo faber.