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Urbanitas en cuatro dimensiones (III)

María de los Ángeles Martínez (1953- ) Feria en Plaza Matríz

Podemos (y debemos) ser prácticos y rutinarios como el usuario, curiosos e intensos como el turista, críticos y poéticos como el paseante, o activos e implicados como los comprometidos.
Blanco et.al., 2016

Aquí se ha propuesto sustituir la dimensión usuario por la de habituado y ajustar la categoría de turista con la del visitante.

Sobre la denominación de paseante, no hay nada que objetar. Pero parece que fuera una especie en peligro de extinción: ¿Subsisten los paseantes? ¿Qué es de la vida de los flâneurs que florecían en el siglo XIX? 
Gustave Caillebote (1848- 1894) Calle de París bajo la lluvia (1877)

La multitud era el velo tras el cual la ciudad íntima, como una fantasmagoría, hacía señas al flâneur. En ella, la ciudad era ora un paisaje, ora una habitación, y ambos entraron en declive con la construcción de los grandes almacenes, que aprovecharon la propia flânerie para vender su mercancía. El centro comercial asestó el golpe definitivo al flâneur.
Walter Benjamin, 1935
Hay algo de la fruición de la vida urbana propia de personajes que alternativamente se sitúan inmersos en la vida urbana a la vez que se distancian para contemplar el espectáculo con espíritu crítico sí, pero también con un encantamiento cómplice.
Revivir los antiguos paseantes puede ser empresa frustrante: hay que reinventarse como modernos transeúntes.

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