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Emociones. IV. Serenidad e irritación

(La beauté)
Et jamais je ne pleure et jamais je ne ris.
Charles Baudelaire

Los griegos nos han enseñado el valor de belleza en los semblantes serenos.
Este valor estético ha sido trasladado de las personas a la arquitectura y de allí es que la verdadera hermosura arquitectónica se aprecia con una calma que se distancia tanto de la irritación iracunda como de la hilaridad. La arquitectura lograda es la que adopta una justa medida y sus fruidores rehúyen toda desmesura, toda pasión desatada.

No se trata de reprimir las emociones, sino de temperarlas.

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