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Plumas ajenas: Jane Jacobs

Lo primero que se ha de comprender es que la paz pública de las ciudades —la paz en las calles y en las aceras— no tiene por qué garantizarse de manera esencial por la policía, por muy necesaria que ésta sea. Esa paz ha de garantizarla principalmente una densa y casi inconsciente red de controles y reflejos voluntarios y reforzada por la propia gente.
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Lo segundo que ha de comprenderse es que el problema de la inseguridad no puede en absoluto resolverse dispersando o desparramando las poblaciones aún más, es decir, trocando las características de una capital por las de los arrabales de tipo residencial.

Jane Jacobs, 1961

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