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El sentido perdido del deambular

Édouard Joseph Dantan (1848- 1897) Un aspecto del Salón de 1880 (1880)

¿Por qué se ha perdido el sentido del deambular?
Parece que nuestra civilización se empeña en desalentar ciertas prácticas y a promover una sola: consumir. El tránsito relajado, la contemplación desinteresada, la fruición de la marcha acompañado parecen ser valores a la baja. Puede que esto se deba a que mientras eso sucede no consumimos con el ritmo e intensidad que necesita nuestra economía.
Pero así es que nos hurtamos a nosotros mismos uno de las manifestaciones del derecho a la ciudad: nos privamos de ejercer una facultad humana como fin en sí mismo.
Así, el deambular se reduce a circular de un punto a otro, de forma frenética y pobre. Así, en calles, plazas y parques, abandonamos jirones de ámbitos públicos, sentido de pertenencia y comunidad. Así, empobrecemos la vida, si es que no la perdemos a plazos.

Si no deambulamos, la ciudad, la calle, la plaza, el parque se nos van volviendo ajenos… y hostiles.

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