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Un humanismo práctico (IV)

Rafael (1483- 1520) La escuela de Atenas (detalle: Euclides) (1512)

La asunción del ejercicio de la arquitectura como humanismo práctico tiene también consecuencias en lo que toca a la naturaleza y objeto de la producción social arquitectónica.
Mientras que una práctica productiva tradicional de la arquitectura resulta en bienes construidos, valores socioculturales conexos y derivados, así como ideas y conceptos propios de un grupo social especializado, el humanismo práctico en arquitectura produce situaciones y circunstancias humanas que relacionan íntimamente a las personas con los lugares que habitan.

Se trata entonces de una autoproducción social: los seres humanos se producen a sí mismos como existentes socializados, en tanto producen de modo integrado e integral la estructura que alberga  y da lugar a esa existencia.

Un humanismo práctico (III)

Rafael (1483- 1520) La escuela de Atenas (detalle: Hipatia de Alejandría y Parménides) (1512)

La asunción del ejercicio de la arquitectura como un humanismo práctico tiene un aspecto proveniente de una nueva sustancialización crítica de la arquitectura como obra social.
Un humanismo práctico arquitectónico considera al cuerpo humano como el principal recurso material y energético de la arquitectura. Pone de relieve esta concepción que la realidad humana es sustancial para la arquitectura más que la materialidad de los componentes constructivos.
El habitar humano no es el resultado práctico de la transformación constructiva sino su causa. En función de esto, la sustancia primera y final de la arquitectura es la realidad plena de la habitación humana de los lugares, la que promueve transformaciones materiales y energéticas en el ambiente como medios.

De la constitución concreta del cuerpo humana provienen tanto la estructura fundamental de los lugares así como la proliferación de dimensiones que le son inherentes.

Un humanismo práctico (II)

Rafael (1483- 1520) La escuela de Atenas (detalle: Heráclito) (1512)

Para que el ejercicio de la arquitectura adopte plenamente la forma de un humanismo práctico, debe verificarse un importante viraje de corte epistemológico.
En la medida en que, aún hoy, la arquitectura es considerada un oficio especializado reservado a especialistas profesionales, el sustento epistemológico aparece, de una u otra forma, bajo el modo de una teoría de la arquitectura. Tal teoría de la arquitectura, en esa perspectiva, es una teoría del arte, que adopta diversas modalidades según cómo se conciba la categoría problemática del propio arte.

Toda vez que la arquitectura se asuma como un humanismo práctico, su teoría deja de ser una teoría del arte para dirigir su constitución como una Teoría del Habitar. La consumación de esta asunción radica en la superación epistemológica de esta Teoría por obra del desarrollo de una antropología del habitar plenamente desarrollada como ciencia social.

Un humanismo práctico (I)

Rafael (1483- 1520) La escuela de Atenas (detalle: Platón y Aristóteles) (1512)

Es posible definir un cierto ejercicio profesional de la arquitectura como humanismo práctico.
¿Qué puede significar esta locución en nuestra perspectiva?
Mientras que las formas ya conocidas de humanismo suponen un saber del hombre, de su condición y de su desarrollo, un humanismo práctico es aquél que busca actuar y producir en pos del hombre y a favor del desarrollo de su condición.
Un segundo aspecto importante proviene de la concepción de la arquitectura como el ejercicio de una actividad social de producción. De este modo, un humanismo práctico niega críticamente el ejercicio privativo del oficio de arquitecto, poniendo en cambio su conocimiento y talento al servicio de las efectivas demandas sociales, tenidas por el verdadero origen de la autoría de la obra arquitectónica.

Por otra parte, un tercer aspecto se constituye en una diversa sustancialización de la arquitectura. En este sentido y a la luz de un humanismo práctico, la arquitectura no se reduce a la obra construida y sus valores, sino que comprende, de modo fundamental, el hombre que habita y el lugar en donde este hecho tiene lugar.

A lo que damos la espalda

Hermann Lungwitz (1813- 1891) Cementerio junto una ruina gótica (s/f)

La isla humana es un lugar visitado y afectado por vida ya muerta. Donde sus habitantes se juntan, se hacen perceptibles signos sutiles y obstinados de los ausentes.
Sloterdijk, 2004:337

Asimilar la vida a la marcha es un tópico frecuentado, tanto como el dar la espalda es expresión para la desatención o el abandono.
Sin embargo, a lo que damos la espalda en nuestra marcha es tanto lo que depositamos en el olvido, así como lo que guardamos en el recuerdo. A nuestras espaldas queda también nuestra propia vida ya vivida.
Hemos puesto distancia de nuestros muertos, es verdad, pero no es menos verdad que habitamos esa distancia prestándole nuestra espalda. Y ahí se quedan, siempre atrás, pero no siempre ausentes.
Hemos puesto distancia también de nuestro pasado, es verdad, pero no es menos verdad que habitamos  igualmente esa distancia. Allí hacia donde presentamos la espalda, yace lo vivido como historia.

Nuestro aquí-y-ahora tiene una dimensión tanathotópica que no es dable ignorar. Nos acecha la espalda.

El confort en los tiempos de su insignificancia

Hay palabras, que por debajo de su aparente inocencia, encubren peligrosas y equívocas afinidades.
Repárese en la falaz vecindad conceptual entre términos que parecen emparentados por sus voces.
Confort → conformidad →conformismo.
Quede claro: desde el punto de vista etimológico no existe conexión entre el primer término y los siguientes. Sin embargo es fácil constatar una deriva ideológica que los emparenta.
Así, uno de los significados de ‘confort’ es ‘comodidad material’, que conecta por deslizamiento ideológico con ‘conformidad’, en el sentido de ‘avenencia’ o ‘aceptación’, que a su vez se desliza a ‘conformismo’ en el sentido de ‘adaptación’.
Como se ve, una serie de equívocos que vuelve insignificante el sentido profundo del confort como bienestar, conduciéndolo a la resignación pasiva. Todo un comentario sobre nuestro estadio civilizatorio actual.


Modos de percibir y entender

Abraham van Strij (1753–1826) Ama de casa (1811)

Por lo general, los arquitectos nos contentamos con describir y valorar los pormenores espaciales de un lugar.
Por cierto que hemos estudiado a fondo el asunto. Sin embargo, también deberíamos aplicarnos a complementar estas visiones con una comprensión profunda y operativa del obrar humano en los lugares. En efecto, un lugar es lo que es, sustancialmente, por lo que las personas hacen de éste.
Es que la consideración puramente espacial de la arquitectura es una abstracción, mientras que es la vida humana lo que ofrece contenido y sentido concretos a los lugares. La consideración puramente espacial es operativa para tratar con las cosas construidas, pero lo cierto que los lugares son estructuras vinculares entre las personas y los sitios, en donde son las primeras las que proyectan su condición de existentes.

Y es al servicio de la existencia de los mortales que hacemos arquitectura

Buena noticia para compartir con los navegantes


Mi Tratado de Teoría del Habitar obtuvo el Premio en la categoría Ensayos sobre Arte y Música, modalidad inédita, de los Premios Nacionales de Literatura.
Este logro mucho le debe a la constante comunicación con mis navegantes. A compartirlo, entonces

Prosa y poesía

Paul Strand (1890- 1976) Wall Street (1915)

A diferencia de nuestros mayores
-y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos,
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nicanor Parra

Parte del prosaísmo de la vida cotidiana proviene de nuestra incapacidad para dar oídos a la poesía mansa y tenue de los lugares.
Nos limitamos a circular de un asunto a otro, sin reparar que vivimos la vida rumiando en otras cosas, sin advertir a fondo nuestras propias vivencias, sin perdurar de otra manera que sobrenadando la futilidad.

Y así vamos, distraídos y olvidados de los lugares que nos ven pasar con no poca conmiseración.

Caminos de vuelta

Aquí un lugar para recibir críticas, palabras de aliento, mensajes, contactos, sugerencias, observaciones, alternativas, sospechas, conjeturas, opiniones, pareceres, adhesiones, comentarios, instancias fáticas, acuses de recibo, disidencias y consejos.

Plumas ajenas: Miquel Bastons (II)

En las grandes ciudades, el contacto con los demás se convierte en roce y la necesidad de estar cerca en una febril "ansia por escapar". Es sintomática la importancia que han adquirido las "salidas" y los "retornos"; y que los viernes por la tarde y los lunes por la mañana sean los momentos críticos de la vida de muchas ciudades.
Miquel Bastons, 1994


Miquel Bastons, (1994). “Vivir y habitar en la ciudad” en Anuario Filosófico, 1994 (27), 541-556

Pobrezas y empobrecimientos

Albin Egger-Lienz (1868- 1926) La puerta (1890)

Debe distinguirse entre una estética propia de la pobreza de una antiestética del empobrecimiento.
Hay un sentido de la pobreza en lo humilde y necesitado. Estar limitado en posibilidades conduce a un estado cercano a la necesidad, al imperio de lo simple, contundente… y desornamentado de todo aquello que resulta superfluo por facultativo. De allí se obtiene, en el mejor de los casos, una estética de lo depurado, austero y forzoso. Es necesario cultivar una sensibilidad y perspicacia especial para apreciar el valor de belleza de productos de esta condición. A esta sensibilidad llamamos aquí una estética pertinente de la pobreza o de la austeridad.
Pero debe denunciarse el empobrecimiento, que es un asunto diferente en origen y en resultado. El sujeto empobrecido resulta carente, dañado y deprivado. El empobrecimiento es una antiestética para pobres, es una operación infligida sobre sujetos tenidos por desamparados, es una bastardía aleve. Gran parte de las presuntas “soluciones de tecnologías no tradicionales” provistas para la vivienda de interés social no son más que abaratamientos indignos e indecorosos.

Los arquitectos que pretendemos trabajar para el pueblo debemos cuidarnos especialmente de los empobrecimientos infamantes en que incurrimos, una y otra vez.

Expolición como recurso heurístico

Leonid Pasternak (1862- 1945) La noche previa al examen (s/f)

Conviértase ese día en tinieblas,
y Yahvé allá arriba lo ignore para siempre;
que ningún rayo de luz resplandezca sobre él.
Lo cubran tinieblas y sombras,
se extienda sobre él la oscuridad,
y haya ese día un eclipse total.
Que esa noche siga siempre en su oscuridad.
Libro de Job
La expolición es una figura retórica que opera ampliando una idea mediante una enumeración detallada de los aspectos componentes.
En retórica, suele ser una repetición expresiva, un recurso para pormenorizar y colorear una imagen. Se puede pensar que se ensayan diversas formas para pretender decir lo mismo o para reforzar lo comunicado por redundancia.
Pero esta figura puede constituir un recurso heurístico, esto es, un modo de ahondar en significados y contenidos, haciendo acopios de ideas afines, sinónimos o análogos, para lograr precisar un sentido más rico, más profundo y quizá más preciso de una expresión, concepto o categoría.
En este sitio se hace uso y abuso de este recurso cada vez que se intenta ahondar en los sentidos. Equivale a consultar la enciclopedia que llevamos con nosotros en el dominio del lenguaje.

Conjuntos habitacionales irrumpen en la ciudad

Conjunto San Pedrito en Flores, Buenos Aires (1980)

Uno de los productos más característicos de las políticas tradicionales de vivienda en nuestras sociedades lo constituyen los “conjuntos habitacionales”, a veces, denominados “barrios”.
Hay que reparar que un conjunto habitacional se parece a un barrio, —en los sentidos estrictos de ambas expresiones—, tanto como una forestación comercial de monocultivo se parece a un bosque.
Es que un bosque es un ecosistema integral y una forestación comercial de monocultivo es un agregado de ejemplares desprovisto de la biodiversidad propia del bosque.
De modo análogo, un conjunto habitacional supone un agregado de viviendas homogéneas, con una dotación sumaria y por lo general deficitaria de servicios. Estos agregados son esencialmente diferentes a un barrio tradicional, en donde diversas funciones sociales se yuxtaponen, vinculan, asocian y compiten para conformar una realidad social compleja y rica. De esta forma, mientras que los barrios viven y mutan, los conjuntos habitacionales irrumpen en la ciudad a modo de piezas de mosaico.

En cierta forma, el empobrecimiento ecológico del cultivo forestal es equiparable al empobrecimiento sociocultural de los conjuntos habitacionales, que no cesan de proliferar, por otra parte.

Del funcionalismo a la Teoría del Habitar

Alvar Aalto (1898- 1976) Casa de veraneo en Muuratsalo, Finlandia

Hemos de construir casa que crezcan; la casa que crece ha de sustituir a la máquina para habitar.

Hacer más humana la arquitectura significa hacer mejor arquitectura y conseguir un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico.
Alvar Aalto
Del funcionalismo como tendencia arquitectónica queda en la actualidad la idea de una actitud analítica concretamente dirigida hacia la adecuada configuración de los componentes arquitectónicos para su uso.
En una época signada por la novedad de la mecanización, de la que diera cuenta ejemplar Sigrfried Gideon en 1948, resultó natural que el concepto de uso se restringiera a las concretas operaciones hombre-máquina. Es este espíritu el que alentó a Le Corbusier considerar a la casa como una máquina de habitar. De allí provinieron dos sobresimplificaciones, la primera, la que reduce a la casa a un mecanismo y la segunda, que reduce al sujeto habitante a un operador mecánico. El uso y la finalidad, por su parte, son categorías complejas que no merecen ser reducidas a operaciones mecánicas, so pena de sensibles pérdidas de significado humano.

En este sentido, la Teoría del Habitar supone una instancia superior en donde la crítica al funcionalismo mecanicista da lugar a una teoría humana de la función.

Plumas ajenas: Miquel Bastons (I)

En 1992 se celebró en Italia un congreso, que reunió a urbanistas, arquitectos, sociólogos y filósofos, para tratar de la organización en el futuro de los espacios humanos. Del mismo se pueden extraer dos conclusiones especialmente destacables. La primera de ellas es la constatación de que, efectivamente, la organización de los espacios humanos -las ciudades- está resultando extraordinariamente problemática. Y la segunda, que está conectada con la primera, es un general reconocimiento de que la causa de los problemas está en que, en el nuevo panorama de la ciudad, las soluciones urbanísticas tradicionalmente propuestas no solucionan, es decir, resultan soluciones problemáticas . Lo que en estas consideraciones se sugiere es que la actual crisis de la ciudad es, sobre todo, una crisis de saber.

Miquel Bastons,1994


Miquel Bastons, (1994). “Vivir y habitar en la ciudad” en Anuario Filosófico, 1994 (27), 541-556

Cuando reparamos en una bella mientras duerme

Ariadna durmiente

Está allí, muy cerca y muy inerme. Sin embargo, anda lejos, tan lejos que no podríamos alcanzarla nunca.
Se ha dormido sin dejarnos el ovillo con el que podríamos seguir su camino. Ha confiado en nuestra integridad de caballeros, así que debemos guardar una distancia justa para amparar esa indefensión. Y, no obstante, reposa con no poca fortaleza. ¿Cómo sería posible traicionarla, entonces? ¿Cuándo ha sido más dueña de sí? En su rotundidad se sumerge en sí misma, se ahonda, se abisma.

Una mujer que duerme nos confunde todo lo que creemos saber sobre las distancias. Entre otras cuestiones no menos arduas.

¿Habitar o hábitat?

Homenaje del autor de este sitio a doña María Moliner

Vivimos en un tiempo y habitamos en la memoria. 
José Saramago
La naturaleza es la madre y el hábitat del hombre, aunque a veces una madrastra y un hogar hostil.
John Dewey

En este sitio se repite machaconamente un día sí y otro también: Teoría del Habitar.
¿Por qué no Teoría del Hábitat?
Los biólogos han tomado prestado el término hábitat del verbo habitar, soslayando que sólo el hombre habita. Estos estudiosos asimilan ‘habitar’ con ‘vivir’, lo que es inexacto. A pesar de ello, han difundido el uso del término hábitat como “lugar de vida”. Según un biólogo, de cuyo nombre no me acuerdo ahora, el hábitat de una especie es el sitio en donde uno espera encontrarla.
Puede pensarse que los términos habitar, vivir y morar es más o menos equivalente acompañarlos con locuciones como ahí, aquí, esto es, adverbios de lugar: habito aquí, vives allí, él mora en aquel lugar. Ahora bien, esta asociación común entre el verbo y el adverbio de lugar es tanto el elemento común, así como precisamente el criterio para señalar sus respectivos diferentes sentidos.
La pregunta que hay que hacer a estas locuciones, ya que las acompaña un adverbio de lugar, es ¿Dónde? Y responderemos en forma diferente según los términos respectivos. Donde un ser vivo vive es un ambiente, donde mora un sujeto es en una morada, mientras que uno habita siempre y propiamente un lugar. A la vida de la entidad viviente le viene muy reducida la dimensión del lugar o la morada: la vida sólo tiene sentido y desarrollo efectivo en el ambiente que la vuelve posible. Por su parte, morar es un caso particular del habitar, específicamente una morada. Ya sabemos que no sólo habitamos moradas sino también calles, plazas, puentes, esto es, lugares.

Me parece que el verbo ‘habitar’ no se ha mudado tanto su significado y uso diferencial frente a ‘vivir’. A causa de ello, me parece más adecuado desarrollar una Teoría del Habitar.

Murmullos en los pasillos

Gabbyly (s/d) Colegio católico Montini en Lombard, Illinois. (2010)

Quiso la historia de la arquitectura moderna que se estableciera una suerte de división de clases en los ámbitos arquitectónicos. Ámbitos “de servicio” y ámbitos servidos.
A corredores y pasillos le corresponde, por lo general, una función ancilar. De allí que los tránsitos por los corredores de un hospital sean inquietos y preocupados (Prohibido estacionarse en los pasillos, nos amonesta la Autoridad), las marchas por los de los hoteles son furtivos, los desplazamientos por los domésticos, por su parte, resultan discretos y murmurantes, no sea cosa que se moleste a las personas que habitan las habitaciones.
Pero es inevitable que habitemos en un pasillo, en tránsito de una habitación a otra. Y allí, marchamos decididamente, procurando mitigar todo ruido y distracción; buscamos nuestra puerta y no nos detendremos hasta llegar a ella.

Un buen y servicial pasillo es uno bien iluminado, de geometría simple, generoso en amplitud y despejado de todo obstáculo para el desplazamiento. También algo triste, para qué negarlo.

El ámbito íntimo

Albert Barnes (1876- 1920) Desconocida arreglándose el sombrero (1913)

El ámbito íntimo es un territorio cabalmente novedoso en su descubrimiento y conquista.
Consumado con un elaborado gesto arquitectónico al poner distancia de lo público y clausurarse de su escrutinio, el ámbito íntimo es un lugar tomado para una serie concertada de operaciones.
En ese ámbito comienza por autodesarrollarse un nuevo sujeto individual, que reivindica para sí su identidad auténtica desplegada en un reducto seguro. Se trata de efusiones intensas de sí en el lugar en donde pueden expandir con plena libertad.

Y todo esto (nada menos) en el interior de una habitación con espejo.

Plumas ajenas: Mario Benedetti

ÁNGELUS

Quién me iba a decir que el destino era esto

Ver la lluvia a través de letras invertidas,
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.

Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.

Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.

Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros

porque no queda bien que la tinta se corra. 

Estancias, tránsitos, trasposición de límites

Guido Marzulli (1943- ) Mercado de telas (1980)

Según parece, todas las actividades humanas del habitar pueden resumirse en estancias, tránsitos y trasposición de límites.
En general, el grueso de las más diversas actividades supone la estancia en un emplazamiento dado. Cocinar, comer, trabajar, estudiar, dormir son ejemplos de estas actividades. La caracterización parte de la referencia de un lugar al desarrollo completo de una actividad.
La interconexión entre distintas estancias da lugar a los tránsitos, esto es, desplazamientos y relocalizaciones del cuerpo en los lugares. Todos los tránsitos tienen en común la apertura de sendas más o menos formalizadas y unos significativos intervalos entre secuencias entre estancias o descansos.
Por su parte, toda vez un ámbito definido de una estancia cuente con umbrales o que dos regiones contiguas denoten un borde practicable común, su atravesamiento da lugar a  la trasposición de límites.

Es posible que a partir de esta tipología pueda darse origen a una caracterización sistemática de los lugares en función ya no de sus pormenores puramente espaciales, sino que se origine en el propio obrar humano.