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Lugares que merecen un banco

Hans Andersen Brendekilde (1857–1942) Senda sombreada en un parque (1902)

Hay quienes piensan que los bancos de las ciudades son responsables de una parte importante de la identidad del espacio público, afirmando que suponen una oportunidad para ofrecer un servicio realizando, a la vez, una aportación a la construcción de la imagen de la ciudad.
Blasco et.al., 2016

Podría pensarse en una práctica urbanística distinta a las habituales.
Se convocaría a los urbanitas a deambular por los distintos lugares de la ciudad munidos de algún elemento con el que marcar aquellos lugares que merecieran un banco.
Un lugar que merezca un banco es un lugar en que vale la pena detenerse, descansar y disfrutar de las calidades ambientales de cualquier tipo. Así, los urbanitas, por sí y ante sí, irían indicando sus puntos señalados en el territorio.

Es de esperar que tal actividad llevara a la proliferación virtuosa de asientos, los que trazarían un mapa a escala natural de las verdaderas regiones disfrutables de la ciudad. Y quizá la ciudad específicamente vivida por sus habitantes empezaría a emerger, por entre las rendijas de la ciudad que padecemos.

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