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El compromiso social de la arquitectura y el urbanismo

Édouard Boubat (1923 - 1999) s/d

Hoy nos interesa la relación de la arquitectura con el lugar, con la ciudad, con el medio ambiente y con una forma de vivir que siempre está cambiando, mientras se mantienen algunos puntos fijos. Hoy existe mucha libertad para interpretar un programa, una demanda individual o colectiva, pública o privada. Pero continua siendo necesaria la actitud analítica, experimental y autocrítica, teniendo en cuenta todo lo que condiciona, todo lo que son datos empíricos del lugar, al mismo tiempo que las demandas de la gente y no necesariamente para responder a ellas, sino para reinterpretarlas proyectualmente. Hay ahí una distancia que tiene que ver con el acto de la creación, con el proyecto arquitectónico y urbanístico, entendidos ambos como mediación entre una serie de datos heterogéneos.

Jorge Mario Jáuregui

La arquitectura y el urbanismo socialmente comprometidos evidencian una actitud que no se centra ya en las cosas construidas en sí, sino en aquello que las personas hacen y viven con dichas cosas.
No se trata de edificios, sino del modo en que las personas los habitan. No se trata de calles y plazas, sino de cómo es que son vividos por los urbanitas. No se trata de cosas, sino de las maneras concretas en que los seres humanos desarrollan su condición asistidos por el orden de estas cosas.
Nada de lo humano nos debe ser ajeno a la hora de considerar las calidades de unas puertas, ventanas, habitaciones, perspectivas, instalaciones. Porque la materia de que se trata es la gente, en principio y final. Por ello, la arquitectura no es el arte de proyectar y construir edificios, sino una actividad social de producción de lugares.

La principal sustancia arquitectónica es la propia condición humana situada.

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