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El hábitat adolescente


Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud.
Quino

En la actualidad, es comentario de los padres de cierta edad, la extensión, casi abusiva ya, de la etapa adolescente de la vida de nuestros hijos.
La prolongación de los períodos de formación, las dificultades materiales para la emancipación y la dilatación temporal de los procesos existenciales de maduración hacen que la fase adolescente de la vida se extienda casi hasta la treintena de años. Por el otro extremo, parece que la infancia dura menos.
Con todos estos factores (aparte de otros que ignoramos aún) es un hecho que nuestras casas contemporáneas no responden adecuadamente a esta situación.
Los denominados “dormitorios” deben abandonar, en principio esta denominación. Sus ocupantes crecen, se interrogan, se encuentran a sí mismos, se encuentran con terceros, se recluyen… y cuando los vence el hambre, finalmente salen al encuentro del resto de la casa. Necesitan baños propios, dado el tiempo y las fatigas que les insume el arreglo personal. Los hijos adolescentes de larga duración deben contar con cámaras, adaptadas a sus requerimientos, servidas por salas de baño propias. Necesitan, en suma, un mundo en crecimiento que los arrope y, a la vez, les permita crecer.

Todo un desafío para los Contabilizadores del Aire, que cuando infligen “dormitorios” se olvidan que lo que tiene que ocurrir es un microcosmos en crecimiento.

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