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Hacia una teoría del confort (III)

Sergey Ivanovich Svetoslavsky (1857-1931) En el jardín (1900)

Lo que codiciaba era la fragancia de ciertas personas: aquellas, extremadamente raras, que inspiran amor.
Patrick Süskind

Los factores microclimáticos de confort tenidos en cuenta en la literatura arquitectónica sobre el tema omiten considerar algunos aspectos tales como el confort olfativo o confort osmótico.
Esto quizá se deba a que pueda considerarse que un arquitecto poco o nada puede hacer en este aspecto: las características olfativas del lugar parecería que son responsabilidad del habitante. Y se sabe, para el sentido común de los arquitectos, la arquitectura es aquello de lo que se ocupan en exclusividad los arquitectos profesionales.
En realidad, una buena práctica arquitectónica no soslaya sino pone en primer lugar aquello que hace el propio habitante por su lugar. Por otra parte, hay ocasiones en donde el propio arquitecto cuida de aspectos como el que nos ocupa en un cuidadoso acondicionamiento específico de jardines y patios.
La experiencia de visitar los jardines de la Alhambra y no sólo solazarse con los colores y texturas, sino también disfrutar con la inspiración, es singularmente atrayente.

Pero la mención a este aspecto debe hacernos reflexionar que, a efectos del confort debemos hacer centro en el ser humano como entidad sensible y valuadora de todos los aspectos del lugar que habita. En este sentido, aspectos como el aroma de un lugar son, indudablemente, aspectos insoslayables del confort. Y seguramente habrá otros.

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