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Hacia una teoría del confort (V)

Santiago Rusiñol (1861-1931) Estudio de figura (1890)

La naturaleza trabaja con enorme derroche: sólo en el cerebro humano hay seiscientos mil millones de células. ¿Qué importa, pues, una sensación oculta, una emoción inconsciente? A veces me parece que no importa mucho. Y otras pienso que todo depende de eso.
Sándor Márai

El confort tiene claros aspectos holísticos propios del ambiente psicológico.
No se trata de asignar ingenuamente factores emocionales a los lugares en sí y a priori, sino de reconocer que los lugares son escenarios propiciatorios de eventos con consecuencias afectivas sobre las personas. Por efecto de los mecanismos de identificación, memoria y referencia, los lugares se ven caracterizados, más allá de las variables puramente físicas concretas, por valoraciones afectivas de adhesión, rechazo o aún fobia, en función a los efectos emocionales de las experiencias vitales cuando tienen efectivo lugar.
¿El carácter agradable de una alcoba no es función, acaso, de las experiencias amorosas que allí han tenido lugar, más allá de las condiciones físicas efectivas? ¿La más elegante y pulcra sala velatoria puede quizá desentenderse de su vinculación con la aflicción por la muerte?

La consideración de variables psicológicas del confort vuelve considerablemente complejo su tratamiento conceptual.

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