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La sustancia de la arquitectura

Georg Schrimpf (1889–1938) Previsora (1932)

Una construcción solo puede ser material. Una obra de arquitectura puede ser -o tiene que ser, quizá-, un sueño, un espacio imaginado: un lugar, real o soñado en el que uno querría estar para siempre, un lugar quizá inalcanzable pero que nos mantiene en vida por la promesa que ofrece de una vida plena.
Pedro Azara, 2016

El profesor Pedro Azara, con su habitual lucidez, sintetiza una importante cuestión: la de la sustancia de la arquitectura.
La pista inicial es la especificación de la sustancia de la construcción: esta sólo puede ser material, lo que implica que la arquitectura tiene otra sustancia, ya que arquitectura y construcción no participan de la misma naturaleza, aunque están íntimamente conectadas entre sí.
La sustancia de la arquitectura es la sustancia propia de quienes habitan: sueños, demandas, anhelos, proyectos, la vida misma. La construcción es el soporte material que nos permite, entre otras cosas, contar con una ventana adecuada para meditar, para inquirir en tierra, horizonte y cielo, para anticipar lo que vendrá.
Comenzamos a discurrir en una dirección prometedora cuando partimos de una ontología que devela la naturaleza propia de nuestro objeto de reflexión.


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