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¿Qué es una “residencia”?

Jean-Eugène Buland (1852- 1926) La felicidad de los padres (1903)

Mientras que una ‘vivienda’ es una cosa útil con valor, una ‘residencia’ es una relación entre los sujetos y un lugar.
En efecto, una residencia constituye la acción y efecto de residir, a la vez que el lugar en que se reside, lo que significa, por su parte, estar establecido en un lugar. Esta noción de establecimiento evoca las ideas de apropiación, pertenencia, referencia y poblamiento de un sujeto con respecto a un sitio dado. Hacer uso de una vivienda es distinto a contar con una residencia. Esto es claro si se compara el derecho humano a la vivienda con el derecho subjetivo a la residencia.

Con mucho, el concepto de residencia es singularmente interesante para una metódica expolición de los sinónimos usuales de morada.

Desde dónde hemos partido y hasta dónde hemos llegado

Caspar David Friedrich (1774- 1840) Viandante ante un mar de niebla (1818)

Estas reflexiones han comenzado por preguntarse ¿qué es lo que sucede con la arquitectura cuando el arquitecto le entrega la obra al habitante?
En principio fue la intriga. Pero poco después constituyó una forma apasionada de arrebato: el habitar seduce como tema, promete fertilidad y devuelve más interrogantes que certezas. Pero sobre todo, hace falta.
Hoy puede decirse que algo hemos avanzado, pero en ninguna medida suficiente. El recorte epistemológico parece más o menos claro, pero no puede descartarse que deba ser sometido a revisión. Es palpable que aquí y allá surgen muy tímidas expresiones de interés en pos de unas prácticas profesionales nuevas en su orientación humanista. Todavía no es posible anticipar unas nuevas formas arquitectónicas que surgirían, necesariamente, de las profundidades del psiquismo de los habitantes, antes que del talento individual de los arquitectos.

No es mucho, por cierto, pero hay futuro

Habitamos en lo que nos queda del tiempo

Antoni Piotrowski (1853- 1924) Caminante (1896)

Vivimos en un tiempo y habitamos en la memoria.
José Saramago

La frase es clarividente: articula en la debida forma la vida con el habitar.
Uno debe rendirse a la evidencia: mientras que el latir de la vida atraviesa el tiempo, habitamos precisamente en aquello en lo que nos queda de su devenir.
Por ello, es preciso medir con mucho cuidado la dimensión temporal del habitar: la vida pende allí y la apreciación adecuada de su magnitud puede constituir asunto de la mayor importancia para la consecución de los lugares.
¿Albergarán los lugares proyectados y construidos por los arquitectos nuestra mejor cuidada memoria? Y si así no fuera ¿cómo podríamos indicarles el camino correcto para su adecuada consecución?


El lugar de la puerta

Giovanni Boldini (1842- 1931) El portador del envío (1879)

Mientras que los muros no ocultan su vocación de separación, alejamiento y confinamiento, las puertas, que abren-y-cierran, consiguen, a la vez, cubrir, alojar, descubrir y, en ocasiones, invitar cortésmente a pasar.
Por esto los muros son sordos y mudos, mientras las puertas hablan. Para interrogar a los muros, uno debe tomar contacto íntimo con ellos y pegar el oído a los más débiles susurros, cuando no conformarse con la esperanza de ser oídos en un benévolo silencio.
Pero con las puertas es siempre posible negociar con respeto: uno las toca con delicadeza y las puertas siempre responden. O se abren de par en par, solícitas, o bien permanecen aferradas a su marco. Pero siempre resultan elocuentes.

Habitar el lugar de las puertas es mucho más interesante que habitar según se cierran los muros.

Habitar como proceso

Anders Zorn (1860- 1920) Carrera de botes (1886)

En este sitio se ha definido el habitar como una manifestación fundamental de la condición humana, resultado de una apropiación de un sitio y de la producción del propio lugar. A esto puede agregarse, como importante connotación, que habitar constituye un proceso.
Asumimos de esta manera que habitar se deja ver como un conjunto de fases sucesivas de un fenómeno o hecho complejo.
En principio, cabe pensar en que nuestro habitar sucede en forma concomitante con nuestra propia formación como sujetos. Nuestra autoformación como habitantes es un aspecto señalado en nuestra biografía.
También cabe equipararlo a un moroso aprendizaje. Habitar implica habituarse con unos órdenes de cosas, en una sucesión de apropiaciones y producciones transformadoras.

En todo caso, debe entenderse una realidad cambiante orientada según la flecha del tiempo.

¿Qué es una “vivienda”? (VI)

Adolph Menzel (1816- 1905) Sala de estar con la hermana del artista (1847)

La discusión realizada […] permite entender el contexto y alcances de las equivalencias, según las cuales la vivienda es: objeto; valor social; satisfactor; proceso; sistema; y estilo o género de vida. Cada uno de estos puntos de vista resulta absolutamente válido: son 'significados' de 'vivienda' puesto que tienen 'sentido' -empezando por el que tiene para quienes, en cada caso, así lo plantean-.
Ana María Rugiero Pérez, 20001

Parece claro que, en el uso del término vivienda, han dominado las connotaciones de objeto, valor social y satisfactor.
En lo que hace a la connotación ‘estilo o género de vida’ parece que el vocablo más ajustado a esta significación es casa. De allí que se piense que la vivienda se reduce al artefacto satisfactor de un conjunto de requerimientos en donde se desarrolla un género de vida. Pero este último aspecto no aparece tan íntimamente implicado por el término vivienda como si fuese un aspecto correspondiente o recíproco.
Habida cuenta de estas consideraciones cabe preguntarse sobre la verdadera naturaleza del derecho humano a una vivienda. ¿No debería reformularse?

1 Véase el artículo completo en


Hacia donde dirigimos la mirada y más allá del horizonte

Vseevolod Bazhenov (1909- 1986) Costa danesa en el horizonte (1962)

Habitamos ciertamente un horizonte, pero éste no nos confina.
Más allá de donde nuestra mirada puede dirigirse, más allá de ese punto en el horizonte, está todo lo que vendrá: se abre allí la sima de aquello que emergerá cuando conozcamos. Esta condición de habitantes no confinados del horizonte es una clave de la condición humana: todo habitar se constituye con dimensiones que van más allá: la dimensión alethotópica es una de ellas. Deriva de la aletheia, el desocultamiento de lo que emerge una vez que logramos trasponer, hacia adelante, el horizonte que nos alberga.

Habitar es un proyecto y esta dimensión es fundamental para esta condición.

Plumas ajenas: Pedro Azara

Cuando llegue la reconstrucción de Alepo, en Siria, ¿que deberán hacer los arquitectos sirios? El tiempo y sus lacras no se borran. Los edificios no acaban de revivir. Pero ¿cabe acabar con la historia? La historia siempre es una construcción. Integra y desdeña hechos. Busca un relato coherente y que eche luz sobre lo que ha ocurrido. No se puede culpar a los ciudadanos por haber querido reencontrarse con su ciudad- convertida de pronto en un sueño. Pero lo que existe causa un cierto malestar, como si se hubiera querido ocultar qué aconteció. La solución no es fácil; quizá sea imposible. La destrucción acaba con una ciudad y lo que vuelve a surgir ya no es una ciudad viva sino una ciudad embalsamada. Más ¿quién tiene derecho a negar a los habitantes a cerrar los ojos? Y al olvidar

Pedro Azara, 2016

Elogio del arte de la pintura

Albert Edenfelt (1854- 1905) Lavanderas (1893)

Quienes siguen este sitio pueden comprobar cómo el arte de la pintura colabora con mucho más que “ilustrar” una idea.
Ha habido obras que me han sugerido ideas en un elocuente silencio. Y no siempre pueden ser consideradas obras maestras. De hecho, mucha “pintura de género” me ha resultado más que útil para pensar más de una vez las cosas y persistir en la búsqueda del término más apropiado, el concepto más refinado, el matiz más sutil.

Agradezcamos y honremos al arte de la pintura, sin dejar de apreciar los aportes de la fotografía, la escultura o la propia arquitectura.

De una entrevista a Jordi Borja (II)

Semana.com: ¿Se puede promover una ciudad compacta con megaproyectos de vivienda de interés social?

J.B.: Los sectores populares, de bajos ingresos, son los que más necesitan de la ciudad. Es una aberración contraria a la lógica, a la justicia y a la cultura ciudadana promover conjuntos de vivienda social en las periferias sin calidad de ciudad; en zonas reservadas, sin centralidades propias y sin convivir con los sectores medios y altos de la sociedad. La mezcla es la razón de ser de la ciudad, un lugar de gentes libres e iguales. La ciudad debe ser reductora de las desigualdades.1


¿Qué es una “vivienda”? (V)

Leopold Forstner (1878- 1936) Construcción con escaleras (1936)

La discusión realizada […] permite entender el contexto y alcances de las equivalencias, según las cuales la vivienda es: objeto; valor social; satisfactor; proceso; sistema; y estilo o género de vida. Cada uno de estos puntos de vista resulta absolutamente válido: son 'significados' de 'vivienda' puesto que tienen 'sentido' -empezando por el que tiene para quienes, en cada caso, así lo plantean-.
Ana María Rugiero Pérez, 20001


Afrontar el estudio de una vivienda como un sistema aporta importantes elementos a la reflexión.
En efecto, si este carácter de sistema se circunscribe a la consideración de un mero objeto, al menos se le reconoce una cierta complejidad constitutiva en donde, más allá del agregado de sus componentes físicos, existe en su funcionamiento efectivo una composición, concertación y complementación de acciones que permiten comprender de mejor manera el verdadero carácter de útil que la vivienda tiene.
Pero lo verdaderamente fértil proviene de comprender que allí donde el hombre habita constituye, en todo caso, un sistema abierto que desborda con su carácter los límites de la cosa construida para comprender, jerarquizados, al vecindario, el barrio, la ciudad y el territorio. De esta manera, la asunción sistémica rompe la compartimentación provista por la falaz cosificación de la vivienda en el edificio referente.
No obstante ello, parece que el término ‘vivienda’ ya resulta inadecuado para esta fértil asunción sistémica, por razones determinadas por el uso tanto lingüístico como político, económico y arquitectónico.

1 Véase el artículo completo en


Perspectivas de género en el habitar

Carlos Schwabe (1866- 1926) Lotte (1918)

Este sitio puede ser acusado, con toda razón, como pecador en androcentrismo.
Hacen falta las voces de las muchachas. Todavía no las he oído. Supongo que tendrán mucha cosa interesante que aportar. Aparte del piadoso silencio.
En principio, visibilizar el género en el habitar es una tarea indispensable. Luego, es necesario identificar formas, modos, matices y perspectivas.
Se abre una interesante ventana. Sólo faltan las voces de las muchachas.


Destino y razón de la arquitectura y el urbanismo

Édouard Boubat (1923 - 1999) s/d

El río, la ciudad, el puente y — ni hay que decirlo— la muchacha; todo tiene un destino y una razón: la alegría simple de vivir contando con tierra, cielo y un horizonte propicios.

Para este regocijo, ningún esfuerzo de arquitecto o de urbanista es bastante. Pero cuando una muchacha levanta los brazos con placer allí, hemos cumplido.

Una saludable humildad metodológica

Jorge Jáuregui Villa 31 - Retiro, Buenos Aires Proyecto de Estructuración Socio-Espacial

El urbanismo moderno partía de un tabula rasa en la consideración de lo existente y de la idea de que lo físico (el proyecto) sería la causa de nuevas relaciones sociales armoniosas (Brasilia Chandigahrd, New Towns). El proyecto era “causa”.
Hoy, invirtiendo el proceso, empezamos desde la lectura de la estructura de cada lugar considerado en sus aspectos tanto físicos (contexto) como sociales (usos establecidos) y de la escucha de las demandas, y de ahí derivamos las premisas proyectuales. Ahora el proyecto es consecuencia.  
Jorge Jáuregui

La forma arquitectónica es consecuencia de su contenido social.
Por mucho tiempo, arquitectos y urbanistas han creído —tanto de buena fe como de la otra— que la forma precedía al contenido social. Y más aún: la forma era, según Jáuregui, causa de la situación social.
Hoy comenzamos a revisar seriamente tal actitud. Es una saludable humildad metodológica que nos redistribuye los compromisos: como ciudadanos activos bregaremos por el cambio progresivo de las condiciones sociales a la vez que elaboraremos, como arquitectos y urbanistas, las formas que correspondan a tal cambio, las que serán validadas sólo cuando los procesos de cambio social se hayan hecho efectivos.
Mientras tanto, debemos observar cómo se perfilan efectivamente los contextos y las demandas sociales en la dirección de los cambios. Pero siempre teniendo a las formas arquitectónicas como consecuentes

De una entrevista a Jordi Borja (I)

Semana.com: ¿A qué se refiere con urbanización sin ciudad?

J.B.: A una socialmente excluyente, económicamente más especulativa que productiva, culturalmente miserable, absolutamente insostenible y políticamente sólo gobernable por vías opacas, por el miedo y la represión preventiva. Contra la urbanización sin ciudad hay que promover la ciudad compacta: mixtura de poblaciones y actividades, centralidades integradoras y articulación con las otras ciudades de la región urbanizada.1


¿Qué es una “vivienda”? (IV)

Jacques Tati fotograma del film Mon oncle (1958)

La discusión realizada […] permite entender el contexto y alcances de las equivalencias, según las cuales la vivienda es: objeto; valor social; satisfactor; proceso; sistema; y estilo o género de vida. Cada uno de estos puntos de vista resulta absolutamente válido: son 'significados' de 'vivienda' puesto que tienen 'sentido' -empezando por el que tiene para quienes, en cada caso, así lo plantean-.
Ana María Rugiero Pérez, 20001

La connotación de la vivienda como proceso tiene aspectos extremadamente seductores para la elaboración teórica
Por lo pronto, puede pensarse que este sentido proviene de una crítica antinomia entre cosa/proceso. Toda la crítica que puede realizarse sobre la cosificación del habitar humano en el término vivienda puede volcarse en la elaboración de la idea de ésta como proceso.
Esto es interesante.
Lo problemático es en dónde radica el carácter de este proceso:
·         ¿en el carácter genérico de lugar?
·         ¿en el carácter específico de producción o construcción?
·         ¿en el carácter específico de su destino, esto es, la habitación?
Aquí creo que el término ‘vivienda’ ya está, ineludiblemente gravado por su connotación de cosa y que la connotación de proceso debería aplicarse a un término distinto.
Por lo pronto, el propio habitar, aparte de constituir una emergencia de la propia condición humana, podría, con provecho, asumirse, discurrirse y estudiarse como proceso. Asunto similar —y acaso convergente— es considerar el lugar mismo como proceso.
Por otra parte, la más obvia asunción de la producción o la construcción como proceso deja de ser una instancia crítica de la antinomia cosa/proceso, para constituir una reelaboración conceptual del problema. Esta cuestión no es ajena a la concepción de diseño de soportes de Habraken, por ejemplo. También es el trasfondo de la producción de “viviendas evolutivas” o, simple y llanamente “cuasiviviendas” de emergencia, asuntos éstos bastante mezquinos.
1 Véase el artículo completo en


El sueño de la casa

Therese Schwartze (1851- 1918) Reflexión (1890)

…la maison abrite la rêverie, la maison protège le rêveur, la maison nous permet de rêver en paix.
Bachelard, 1957

La arquitectura tiene la sustancia de los sueños, es sabido.
Es en la casa en donde concentramos y refinamos nuestros ensueños de habitar. Por eso la casa importa en un sentido humano esencial: abrigar el primer, profundo y entrañable sueño, proteger al soñador, abrir plaza al onirismo pacífico, libre y productivo.
Es por eso que volvemos una y otra vez: a retomar, a reelaborar, a refinar los sueños. Allí es donde éstos nos aguardan, propicios y fecundos.

El derecho a habitar una casa es, en lo fundamental, un derecho humano esencial a cultivar y desplegar sueños.

Alternativas a los conjuntos habitacionales


Los llamados conjuntos habitacionales —agregados de residencias servidas sumariamente por una elemental infraestructuras de servicios básicos dotadas, en el mejor de los casos con un ámbito contenedor reunitivo denominado genéricamente Salón de  Usos Múlttiples— constituyen tejidos anómalos que irrumpen en la trama urbana, generando disrupciones en ésta.
Constituyen un caso de urbanización o poblamiento que, antes que desarrollar la ciudad en su complejidad, atenta contra su continuidad orgánica.
¿Hay alternativas?

Debe haberlas, y podrían nominarse semillas urbanas, esto es, estructuras abiertas al desarrollo de servicios y espacios interactivos que vuelvan una locación residencial en una efectiva vida de barrio.

El placer de prestar oídos

Édouard Boubat (1923 - 1999) s/d

Basta mirar: se cubre de verdad la mirada. Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas. De cada aliento sale la ardiente bocanada de tantos corazones unidos por parejas.
Miguel Hernández

Es imperioso prestar oídos.
Es imperioso escuchar todo aquello que los habitantes de los lugares tienen que decirnos. Nos dirán, si prestamos oídos, qué desean y qué recuerdan y qué cosas del mundo les hace acuciante falta.
Es imperioso posar el oído en la tierra y escuchar todo lo que el lugar nos tiene que decir. Aguzaremos el oído para recibir las voces de los genius loci y aprenderemos su propio idioma.
Es imperioso prestar oídos porque por allí andan los ecos de nuestra respiración, de los latidos, del resuello de nuestra propia vida.

Y tomaremos nota.

Plumas ajenas: Jordi Borja

En las últimas décadas se han acelerado las formas de urbanización extensiva, dispersa, fragmentada, segregadora y atomizadora. Esa es la urbanización sin ciudad que no sólo se da en los entornos periféricos de la ciudad, sino que también afecta a la ciudad compacta con zonas marginales, enclaves elitistas, rupturas del tejido físico por medio de infraestructuras, murallas físicas y simbólicas.

Jordi Borja, 20161


¿Qué es una “vivienda”? (III)


La discusión realizada […] permite entender el contexto y alcances de las equivalencias, según las cuales la vivienda es: objeto; valor social; satisfactor; proceso; sistema; y estilo o género de vida. Cada uno de estos puntos de vista resulta absolutamente válido: son 'significados' de 'vivienda' puesto que tienen 'sentido' -empezando por el que tiene para quienes, en cada caso, así lo plantean-.
Ana María Rugiero Pérez, 20001

La connotación del término ‘vivienda’ en su carácter de satisfactor tiende a cerrar un círculo de significado.
En efecto, toda mención a un satisfactor supone una mención recíproca a una ‘necesidad’ humana. De allí que el objeto y valor social ‘vivienda’ responda a la satisfacción del alojamiento humano considerado una necesidad básica tanto como la alimentación, el cuidado de la salud o la educación.
El problema anida en el tratamiento naturalista de lo que se consideran necesidades humanas. Por lo general se interpretan efectivas demandas sociales en términos racionalizados por parte de actores sociales (intelectuales, economistas, políticos, tecnoburócratas) que enajenan el sentido original tanto de los desequilibrios sociales y ambientales de la habitación humana, tanto como los requerimientos expresos de los activistas sociales implicados.
Así, la efectiva demanda social por mejores condiciones generales de vida es transformada por unas enumeraciones taxativas de presuntas necesidades reducidas a estándares mínimos. Estos estándares mínimos, se transforman poco a poco en las determinaciones normativas que versan sobre los objetos con valor social que sirven al alojamiento de los pobres.
Esto es lo que es una vivienda, según el sentido común extendido en las acciones sociales públicas y privadas: objetos satisfactores con valor social desarrollados con especificaciones reglamentarias mínimas y —presuntamente— accesibles a los sectores de menores ingresos.

1 Véase el artículo completo en