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Apuntes de viaje (VI) La virtud perdida de la repetición


San Marco, Venecia, 2017

Gran parte de nuestra insatisfacción con la arquitectura contemporánea la adjudicamos a la repetición banal de elementos casi insignificantes que dan lugar al mayor de los aburrimientos.
Pero en las Procuratie de la Piazza San Marco, en Venecia, la repetición, frenética y firme, inclemente y graciosa, obstinada y elegante nos abofetea el juicio. El problema, en verdad, no es la repetición de los elementos, sino en la constitución formal de aquello que se repite. Me gusta sospechar que existe una regla oculta, arcaica y rigurosa en la cantidad y cadencia de los pasos que se dan de pilar a pilar, en la sagaz proporción de las alturas, en la nobleza y generosidad de las profundidades perspectivas que se abren a la marcha calma.
Todo esto está a la vista, sólo que se escabulle tras el velo de nuestra propia ignorancia.

El discreto encanto del establecimiento gastronómico

William Glackens (1870–1938) En lo de Mouquin (1905)

Hay en el origen de toda propuesta gastronómica un hondo gesto humano solidario: confortar al visitante con atención, alimento, bebida y alojamiento.
Claro que este ademán fundamental se reviste de diferentes fisonomías según las condiciones sociales e históricas. Son los valores connotados los que dominan la escena.
Nuestro actual estadio civilizatorio tiende a explotar las connotaciones burguesas como si se tratase de las formas dominantes del decoro. Así, se desliza, de modo aleve, del decoro a la elegancia y de allí a la exclusión.

Pero cabe pensar y ansiar que haya alternativas en el futuro y que se recobre, más temprano que tarde, la profunda denotación antropológica de origen para informar a un decoro post burgués.

El confort como valor (IV)

Lilly Reich (1885-1947) y Ludwig Mies van der Rohe (1886 – 1969) Silla Brno (1929)

Existe un tercer y superior estrato en la naturaleza compleja del confort.
Se trata del estatuto de la representación. El confort constituye un signo, esto es, un contenido evocado y hecho presente a la conciencia humana mediante formas significantes de variada constitución. Hay ideas, ilusiones, deseos, fantasmas, reflejos vagos, entrevisiones, y otros modos de representar y anticipar en la conciencia el confort que constituyen constructos históricos sociales.

Estos constructos son elaboraciones contingentes y revisables, fruto de ciertas circunstancias socioculturales y están sujetas tanto a procesos de revisión crítica conceptual así como a la verificación concreta en la vida de los cuerpos que la experimentan.

La vivificación de los lugares ancilares

Corredor en una escuela noruega

Un buen y servicial pasillo es uno bien iluminado, de geometría simple, generoso en amplitud y despejado de todo obstáculo para el desplazamiento. También resulta ser algo triste, para qué negarlo.
Por eso es un gesto de generosidad arquitectónica superar la condición ancilar del pasillo previendo lugares para la vida humana: zonas de interacción, de intercambio, de detenimiento.
Para que andar sea algo más interesante que simplemente circular.


El confort como valor (III)

 Delphin Enjolras (1857–1945) Contemplación (s/f)

Existe una característica específicamente humana que afecta constitucionalmente al confort.
Cuando tratamos del confort humano nos situamos en un mundo de posibilidades, proyectos, construcciones y transformaciones constantes. Mientras que el resto de los seres vivos se conforman con padecer su ambiente, el ser humano produce una antroposfera, un mundo posible, construido y continuamente modificado, sin que alcance a ser del todo un puro artefacto.

Se habita entonces un mundo situado entre dos luces o condiciones: posibles y necesarias. Esta constitución antroposférica del mundo es una determinación estructural del ambiente habitado por el hombre. Concomitantemente, así se determina un estrato propiamente estructural del confort. Se trata de un estado posible, proyectado, construido y transformado de modo constante.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (VI)


Ergy Landau (1896-1967)

La invención de la representación en perspectiva hizo del ojo el punto central del mundo perceptivo, así como del concepto del yo. La propia representación en perspectiva se convirtió en una forma simbólica que no sólo describe, sino que también condiciona la percepción.
Pallasmaa, 2005

La perspectiva hace evidente y a la vez cuestionable la centralidad del cuerpo en el mundo perceptivo.
Son, en efecto, dos las operaciones que permiten descubrir tal centralidad. La primera es una metódica proyección geométrica según un dispositivo disciplinador de la mirada. La segunda resulta de la operación de producción de la propia perspectiva. Sólo cuando estamos en condiciones cognoscitivas de realizar tales operaciones geométricas podemos verificar la extrañeza resultante: allí, en lo lejano del horizonte se sitúa un punto que corresponde a nuestra presencia necesaria en el paisaje constituido precisamente por la referencia de un aquí.
El ojo vuelve evidente lo que al cuerpo le resultaba meramente un hábito apenas obvio y aproblemático.

¿Y si?

Georgios Jakobides (1853- 1932) Los primeros pasos (1892)


Se nos hace creer que la buena vida es acaso un infrecuente privilegio de unos pocos, quienes, por otra parte, se dejan ver poco.
¿Qué pasaría si empezáramos a creer en serio que la buena vida es algo accesible, cotidiano y omnipresente?
Podría suceder que, animados por tal creencia, nos sumiéramos plácida y abandonadamente en la conformidad con nuestras actuales condiciones efectivas de vida. Para algunos, esto no sería otra cosa que ocupar una zona de confort.
Pero también podría suceder que, esclarecidos, pudiéramos lanzarnos a procurarnos una vida plena en el convencimiento que la tenemos a la mano, en las dimensiones ordinarias de nuestra existencia y, definitivamente, no es sino un derecho de todos sin excepción, pero que a cada uno le cabe una peculiar y propia figura que construye día a día.

Entonces, la buena vida no sería ya cosa de consumo, sino de producción.

Apuntes de viaje (V) La barroca frontera entre la arquitectura y la escultura


Francesco Borromini Cúpula de Sant’Ivo alla Sapienza

Acaso se pudiera contar una historia que comenzase con el consabido Había una vez.
Había una vez un par de escultores plenos de pasión y furor creativo en un lugar y una época especialmente receptiva a tales virtudes: Roma en el siglo XVII. Sus nombres, Gianlorenzo Bernini y Francesco Borromini. Ambos se aplicaron con tanto ahínco a la experimentación con las formas legadas por la tradición que no hesitaron en incursionar en la arquitectura. Tanto laboraron las masas construidas, tanto imaginaron arriesgadas combinaciones de diseños, que alcanzaron un muy competente dominio sobre el lugar vacante, sobre el vacío. Y descubrieron que tal vacío cobraba forma y resultaba agradable no sólo a los sentidos, sino también ardoroso al corazón e inquietante al entendimiento.
Bajo la abismada cúpula de Sant’Ivo alla Sapienza, en un elocuente silencio y con el concurso cómplice de la luz, un pletórico vacío con forma ha tenido, para siempre, lugar.

El confort como valor (II)

Adolph Artz (1837- 1890) En lo de la abuela (1883)

En principio, el confort es un valor de naturaleza ambiental, esto es, afecta la constitución del sujeto en tanto ser vivo.
Estar vivo implica constituir una relación equilibrada y dinámica entre una entidad biológica y el conjunto total de circunstancias que hacen posible su desarrollo y su eventual reproducción. Por ello, el confort comienza por constituir un valor sustentado en la calidad de la supervivencia y su desarrollo espaciotemporal.

Este carácter ambiental supone un primer estrato —que podríamos caracterizar como infraestructural— de la naturaleza compleja del confort

Duplicaciones y redundancias

Ventanas toledanas

La ideología del Existenzminimum nos impide percibir algunas ventajas de ciertas duplicaciones y redundancias.
Es cierto que para acceder a una habitación suele bastar una puerta. Pero la sucesión de dos genera un lugar de esclusa que puede resultar adecuado.
También es cierto que para ventilar un aposento suele bastar una ventana. Pero la superposición de dos supone la interposición de un lugar umbral interesante.
Es más comúnmente aceptado que un cielorraso suspendido puede reduplicar con cierta ventaja el remate superior de una estancia. Pero están en completo desuso los antiguos edículos, que conformaban ámbitos-dentro-de-ámbitos.

En una arquitectura que se desembarace de la menesterosidad cabe considerar el valor de ciertas duplicaciones.

El confort como valor (I)

Pierre-Auguste Renoir (1841- 1919) Mujer acostada (1872)

El confort, como valor, reside en la relación existente entre un conjunto de condiciones objetivas que afectan a un sujeto y un determinado estado de satisfacción, expresado como forma positiva de bienestar.
Debe distinguirse, entonces, tanto de las cosas o útiles capaces de conferir estas condiciones, así como de los estados subjetivos de satisfacción. El confort, en sí mismo, se desarrolla en el territorio de la relación entre estos factores. Precisamente por ello es que el confort es materia de indagación en Teoría del Habitar.

Por ello es que, según parece, una teoría del confort es un componente futuro y necesario de una Teoría del Habitar maduramente desarrollada.

Así están las cosas, amigos

Antonio Allegri da Correggio (1490- 1534) San Jerónimo (1517)

Pero ¿qué es una cosa? Hasta ahora el hombre, de igual modo como no ha considerado lo que es la cercanía, tampoco ha considerado lo que es la cosa como cosa. Una cosa es la jarra. ¿Qué es la jarra? Decimos: un recipiente; algo que acoge en sí algo distinto de él. En la jarra lo que acoge son el fondo y las paredes. Esto que acoge se puede a su vez coger por el asa. Como recipiente, la jarra es algo que está en sí. El estar en sí caracteriza a la jarra como algo autónomo. Como posición autónoma (Sebststand) de algo autónomo, la jarra se distingue de un objeto (Gegenstand). Algo autónomo puede convertirse en objeto si lo ponemos ante nosotros, ya sea en la percepción sensible inmediata, ya sea en el recuerdo que lo hace presente. Sin embargo, la cosidad de la cosa no descansa ni en el hecho de que sea un objeto representado (ante-puesto), ni en el hecho de que se puede determinar desde la objetualidad del objeto.
Heidegger


A las cosas es preciso tomarlas y considerarlas con cuidado. En verdad, los términos más comunes y corrientes suelen encubrir profundidades acaso insondables de sentido. Por eso es de varones prudentes considerar las cosas, sin olvidar que vamos a morir quizá antes de atisbar siquiera algo que deberíamos saber.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (V)


Antoine Verglas (1962)

En el Renacimiento se consideraba que los cinco sentidos formaban un sistema jerárquico, desde el sentido más elevado de la vista hasta el más bajo del tacto. El sistema renacentista de los sentidos estaba relacionado con la imagen del cuerpo cósmico; la visión guardaba correlación con el fuego y la luz, el oído con el aire, el olfato con el vapor, el gusto con el agua y el tacto con la tierra.
Pallasmaa, 2005

Resulta sorprendente que ciertas especulaciones que llegan a la cultura con el envoltorio de los mitos consiguen desplegar algo de su verdad sólo mucho más tarde, cuando la civilización consigue elucubrar un aparato de razones que les otorguen un nuevo sentido.
Parece que la certeza científica camina lerdo para terminar, al fin, alcanzando lo que la imaginación más febril ha alcanzado en apenas un destello de lucidez, con un breve toque de la conciencia sobre la arena del mundo.
¿Cuánto de verdad conoce nuestro cuerpo? ¿Por qué demora tanto esta verdad a volverse una evidencia para la conciencia?

Sobre una necesaria política del hábitat (III)

René Magritte (1898- 1967)  La condición humana

Hay un tercer aspecto singularmente en una necesaria política del hábitat. Se trata de la reconsideración crítica de la tradicional idea de desarrollo económico, lo que podría formularse, tentativamente, como desarrollo social.
Por desarrollo social se entiende aquí el desarrollo consecuente de la pública felicidad, esto es, un desarrollo de las fuerzas productivas puesto al servicio de la plena inclusión social en un orden justo gestionado de modo participativo y democrático. Se trata de un desarrollo integrado, territorialmente concreto y difundido estructuralmente en el cuerpo social, sin exclusiones ni rezagos.

No se trata de ninguna mágica simplicidad política, sino de un resultado inteligente, progresista,  y convergente proceso de redireccionamiento de las fuerzas sociales. Se trata de una dirección, no hace falta decirlo, decididamente diferente a la dominante hoy.

Apuntes de viaje (IV) Habitar el cuadro: Venecia


Venecia, 2017

Alguna vez he comentado en esta página lo importante que es viajar a los lugares no para conocerlos, sino para confirmarlos. Llegar a ellos con lecturas previas que permitan amueblarlos con lo que fueron o con lo que otros imaginaron o vivieron allí. Contextualizarlos en su literatura, su tradición y su historia. No es lo mismo caminar con libros que sin libros en la memoria.
Arturo Pérez- Reverte, 2019

Hemos dicho que ya no podemos apreciar Roma o Venecia con una mirada pura, joven y prístina, sino que lo hacemos desde el trasfondo polvoriento de la memoria que aloja, de aquí y de allá, postales que dan cuenta de qué clase de ocurrencias evocamos bajo los nombres de Roma o Venecia.
Porque nuestra mirada no es pura, sino que a la sensación la acompaña, como una sombra, una interpretación, un recuerdo, una cognición, situadas más allá de la mera aisthesis que ya se quisiera ingenua y huérfana. Tampoco es joven, porque mucho antes de dar nuestros primeros pasos en Venecia hemos sabido de ella en incontables ejercicios pictóricos de ella, realizados precisamente en el puente que da a la Academia. Así las cosas, nuestra mirada ya no puede nunca ser prístina porque, en el mejor de los casos, es una confirmación de lo bello que es el mundo que pintan los artistas.
Porque hemos aprendido sobre la belleza del paisaje por sobre el hombro del pintor.

El urbanismo de las consignas verbales

Ilustración de Smart City
Todo muy encantador, sólo que no se ve la gente por ningún lado

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Existe un peligroso proceso de sobresimplificación que trata de presentar el caso de la ciudad contemporánea como si de un problema unidimensional se tratara. Para ciertas mentalidades, la complejidad social y política de una ciudad debe transformarse en un problema relativamente sencillo, como primer paso para ofrecer una falaz “solución”, sin la cual no hay urbanismo propositivo claro, contundente y “realista”.
El verdadero problema es que el conseguir para todos sin excepción un estructurado conjunto de lugares para vivir en condiciones adecuadas, dignas y decorosas supone una crítica asunción política que aboga por el cambio social. Para todos aquellos que se apartan de la perspectiva del cambio social como de la propia peste, queda siempre la coartada tecnoburocrática tan presente en la llamada Nueva Agenda Urbana..
Así se seguirá llenando el espacio vacuo de los organismos internacionales de voces y de ecos. Mientras tanto, las ciudades de huesos, carne y piel humanas siguen alimentado, empecinadamente, la indignación, el estupor y la ferocidad que alumbrará, dolorosamente, la idea de un nuevo mundo, más y mejor vivible.

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Del funcionalismo a la teoría del habitar

Chris 73 (s/d) Asiento japonés con posabrazo

Hacer más humana la arquitectura significa hacer mejor arquitectura y conseguir un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico.
Alvar Aalto

A lo largo de la milenaria historia de la arquitectura se ha desarrollado un interés particular por la utilitas vitruviana, lo que en términos modernos se ha entendido por funcionalismo. Es una honda preocupación por la utilidad del obrar arquitectónico, por la implementación humana del artefacto, por la finalidad última de la arquitectura, su para qué.
La Teoría del Habitar es deudora de la tradición funcionalista, pero a la vez, emerge de una honda revisión crítica del funcionalismo mecanicista moderno. En efecto, el funcionalismo de los albores del siglo XX subsumía indebidamente el complejo contenido de función en el uno de sus componentes: la operación mecánica. De allí que Le Corbusier pudiese formular su consigna: la casa es una máquina de habitar, en 1923. No es que, en cierto sentido, no le asistiese razón, pero no toda la razón: la función también incluye otras dimensiones, tales como el uso y la finalidad, que, con mucho, son más complejas, ricas... y humanas, que la simple operación.

Por ello, la Teoría del Habitar supone una superación humanista del funcionalismo arquitectónico.

Sobre una necesaria política del hábitat (II)

René Magritte (1898- 1967)  La condición humana

Por lo general se entiende oportuno en política el diseño de una normativa general, que planea sobre las prácticas sociales particulares.
Pero una política del hábitat no puede conformarse con esta modalidad de actuación. Debe aterrizar, de modo adecuado, en la contextura concreta e irrepetible del lugar. Debe converger en el territorio.
La territorialidad, entontes, es un segundo aspecto peculiarmente importante de una política del hábitat que apunte a una necesaria y verificable concreción convergente allí donde se aplica.

Es en el territorio en donde se vuelve patente la virtud de la integralidad. Por ello, la territorialidad es una nota distintiva y necesaria.

Usuarios y habitantes

Giulio Rosati (1858- 1917) Danza en el harén (s/f)

Cuando la arquitectura se cosifica en el artefacto construido, tiene usuarios, esto es, agentes que verifican las virtudes de éste en la implementación de las determinaciones ad hoc de la entidad.
Pero cuando la arquitectura se entiende como una palpitante interacción entre los lugares y las personas, se tiene la fortuna de contar con éstas últimas a título pleno de habitantes. Y entonces la arquitectura vive, en complicidad con la existencia humana. Hay quienes admiran, extáticos, ciertas magníficas vacuidades. Pero hay otros que prefieren emocionarse entrañablemente con la respiración de los lugares. Aquí preferimos esta última opción.
Todo palpita entonces, y las personas tienen una oportunidad para una felicidad auténtica: tener lugar.


Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (IV)


Denis Roche (1937-2015)

El sentido del yo, fortalecido por el arte y la arquitectura, nos permite dedicarnos plenamente a las dimensiones mentales del sueño, de la imaginación y del deseo. Los edificios y las ciudades proporcionan el horizonte para entender y confrontar la condición humana existencial. En lugar de crear simples objetos de seducción visual, la arquitectura relaciona, media y proyecta significados. El significado primordial de un edificio cualquiera está más allá de la arquitectura; vuelve nuestra conciencia hacia el mundo y hacia nuestro propio sentido del yo y del ser. La arquitectura significativa hace que tengamos una experiencia de nosotros mismos como seres corporales y espirituales. De hecho, ésta es la gran función de todo arte significativo.
Pallasmaa, 2005

Si los edificios y las ciudades proporcionan el horizonte para entender y confrontar la condición humana existencial es porque, en verdad, primero habitamos horizontes y, en consecuencia, edificios y ciudades no son otra cosa, en definitiva, que formas contingentes de horizontes.
Es por ello que la arquitectura relaciona, media y proyecta significados. Porque se aplica a la emergencia de una peculiaridad específica de la condición humana, que es la de constituir lugares. Me sucede con Pallasmaa que consigo coincidir casi punto por punto con sus afirmaciones, aunque percibo que su pensamiento llegó a este lugar según una deriva diferente. Esto —es obvio consignarlo— resulta peculiarmente estimulante.

La domesticidad

Pieter de Hooch (1629- 1684) Mujer pelando manzanas (1663)

La domesticidad es una invención, es decir, una construcción cultural; un concepto abstracto que hace referencia a la forma de concebir el hogar y el espacio circunscrito a él de manera que la ocupación física, psicológica y simbólica de la vivienda adquiere unos rasgos determinados, llegando a generar un estilo y una forma determinada de vida; en este sentido, presupone la intencionalidad y la voluntad de crear en el interior de los hogares un clima considerado ideal por los propios moradores; un marco para la convivencia y cohabitación que, al basarse en ciertas reglas que facilitan la satisfacción de las necesidades fisiológicas y emocionales, puede asegurar el orden y la estabilidad internas, siendo percibido por sus residentes como radicalmente distinto al espacio exterior, en tanto que desordenado e inestable. Algunos autores como Edward Shorter hacen una interpretación más restrictiva de la domesticidad; para el historiador de la familia inglés la domesticidad está ligada a la familia moderna, la familia nuclear, y es definida como «la conciencia que tiene la familia de sí misma como una preciosa unidad emocional que debe ser protegida de los extraños con privacidad y aislamiento
Franco Rubio, 2012

En casi todas las efusiones de lo humano, cada aspecto que se examine es, muy probablemente, un constructo cultural. Uno de estos aspectos, la domesticidad, constituye sin ningún género de dudas un constructo de esta naturaleza.
De esto se sigue que la forma de habitar el ámbito allí donde uno vuelve una y otra vez, al tiempo que siempre es esperado constituye una estructura cuyo completo sentido radica, precisamente, en la imbricación de sus aspectos físicos, psicosociales y simbólicos. Deconstruir y comprender esta estructura es una tarea insoslayable para la Teoría del Habitar.
A la vez que cultural, la domesticidad tiene una naturaleza histórica intrínseca. Es indudable que nuestras actuales nociones al respecto sean herederas de la constitución efectiva de la familia nuclear moderna hacia el siglo XVII europeo. Con todo, la conciencia social al respecto experimenta en la actualidad una relativización profunda y crítica tanto en el contenido como en las formas significantes.

Según derive la domesticidad en este crítico presente indicará los principales vectores impulsores a la casa del futuro. Deberemos ser capaces de percibir e interpretar estos signos.

Apuntes de viaje (III) Habitar la postal: Roma


Roma, 2019

Alguna vez he comentado en esta página lo importante que es viajar a los lugares no para conocerlos, sino para confirmarlos. Llegar a ellos con lecturas previas que permitan amueblarlos con lo que fueron o con lo que otros imaginaron o vivieron allí. Contextualizarlos en su literatura, su tradición y su historia. No es lo mismo caminar con libros que sin libros en la memoria.
Arturo Pérez- Reverte, 2019

En esta época de proliferación de imágenes, uno puede viajar mucho antes de abordar el avión.
Los que guardamos memoria de la función de las antiguas postales tenemos una curiosa sensación cuando, deambulando por ahí, caemos en poblar un preciso punto de vista propio del fotógrafo de aquellas. Es entonces cuando confirmamos que habitamos la sustancia de los sueños. Ya hemos presenciado antes esta escena.
Es que ya no podemos apreciar Roma o Venecia con una mirada pura, joven y prístina, sino que lo hacemos desde el trasfondo polvoriento de la memoria que aloja, de aquí y de allá, postales que dan cuenta de qué clase de ocurrencias evocamos bajo los nombres de Roma o Venecia.

Sobre una necesaria política del hábitat (I)

René Magritte (1898- 1967)  La condición humana

Habrá un futuro —tiene que haberlo si hay una esperanza en su advenimiento— en que muy diversas políticas sectoriales convergerán en una necesaria política del hábitat.
Tal política del hábitat integraría mediante una síntesis superior, la actual política social de la vivienda, las políticas de desarrollo urbano y territorial, la política ambiental y otras que actualmente diseminan impropiamente sus estrategias, tácticas y operaciones.
Para ello es necesario reparar en la carencia de integralidad que tiene, en el mejor de los casos, la conciencia social, el actual estado del arte político y nuestra muy imperfecta institucionalidad. En virtud de ello, es necesario impulsar con vehemencia un vector que, desnudando críticamente las inconsecuencias de las políticas sectoriales, conduzca a la integralidad de las políticas en torno al desarrollo adecuado, digno y decoroso del hábitat en todas sus escalas.

Y esto de la convergencia hacia la integralidad sólo es el principio

¿Para qué futuro proyectamos y construimos?

Irina Dobrekova (1931- ) Durmientes (1957)

Los niños son el exacto punto donde se encuentran dos de las condiciones básicas de los seres humanos, su extrema fragilidad y su capacidad de sobrevivir y de combatir por sus vidas y de vencer a la muerte.
Esteban Valenti, 2016

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.


Armando Tejada Gómez, 1957

La síntesis de la forma de las atmósferas habitadas

John Constable (1776- 1837) Weymouth Bay (1816)

Aire: nada, casi nada,
O con un ser muy secreto,
O sin materia tal vez,
Nada, casi nada: cielo. 
Jorge Guillén (1893-1984)

El lugar comienza por ser aire.
La primordial condición de un lugar para constituirse es disponer de una atmósfera respirable. Por eso, lo primero que habitamos es, precisamente, un medio sutil, límpido y diáfano. Y nuestra primera operación crítica es, precisamente, respirarlo, inspirar y expirar.
Pero apenas disponemos del poder del cuerpo y del control eficaz de sus operaciones, nos lanzamos a la tarea incesante de conferir forma a nuestra ocupación activa de esa atmósfera que no deja de respirarse hasta el final. Así excavamos sin cesar en la más dócil de las materias, así damos forma a los ligeros ecos de nuestra presencia, así nosotros nos desenvolvemos en el mismo elemento con que nos arropamos.
La síntesis de la forma de las atmósferas habitadas es una tarea superior del cuerpo y los arquitectos deberíamos interrogar a fondo en esas fantasías de la propia vida que palpita.

Porque el lugar también concluye siendo aire.

Urbanismo y arquitectura

Barrio Ejército de los Andes, conocido popularmente como Fuerte Apache, Buenos Aires, Argentina

La sustitución del urbanismo por la arquitectura es una regresión en todos los sentidos: cultural, social, política. El urbanismo es un conjunto de actuaciones públicas de carácter político. Se deben traducir en sus dimensiones físicas, sociales, jurídicas, financieras, etcétera y en un marco democrático que merita debate ciudadano. El urbanismo no lo deciden los profesionales a partir de su saber técnico. La técnica es imprescindible pero puede servir para lo mejor o para lo peor.
Jordi Borja, 2015

En nuestra Facultad de Arquitectura nos han inculcado que el urbanismo es una suerte de fase superior de la arquitectura.
Esto no deja de resultar una muy peligrosa semiverdad. En efecto, es común que en la disciplina urbanística se desempeñen arquitectos especialmente calificados y también es frecuente que haya exitosos profesionales que se tienten con la idea de proponer con entusiasmo múltiples propuestas sobre el desarrollo urbano.
Pero el geógrafo Jordi Borja señala, con acierto, que es una regresión la sustitución del urbanismo por la arquitectura. Porque la naturaleza íntima del urbanismo es política y no arquitectónica. El papel de la disciplina arquitectónica a escala urbana es servir de expresión de este contenido político.

Por ello, todo urbanista es, primero, un actor político y sólo luego, un profesional especializado. Pero la específica formación política, en el seno de nuestra Facultad, brilla aún por su ausencia. Y esa ausencia o silencio académico y formativo no es otra cosa que formación de tecnoburócratas.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (III)


Denis Roche (1937-2015)

Es evidente que la arquitectura "enriquecedora" tiene que dirigir todos los sentidos simultáneamente y fundir la imagen del yo con nuestra experiencia del mundo. El fundamental cometido mental de la arquitectura es el alojamiento y la integración. La arquitectura articula las experiencias del ser-en-el-mundo y fortalece nuestro sentido de realidad y del yo; no nos hace vivir en mundos de mera invención y fantasía.
Pallasmaa, 2005

La entrevisión de una arquitectura “enriquecedora” sólo es posible, en mi opinión, a partir de la consecución de una arquitectura humana, fundamentada en la realidad concreta de su habitación y fruto de un ejercicio humanista de la profesión arquitectónica.
Alojamiento e integración son aspectos de una única finalidad trascendente para la arquitectura. Tal finalidad es la habitación, que a la vez deja a las personas tener efectivo lugar toda vez que contribuye en lo que le es propio a la constitución de las específicas situaciones en el mundo de los sujetos. Esta doble constitución, por cierto, es tan real como imaginaria.
De allí, precisamente, su trascendencia. De allí, precisamente, su carácter humano. De allí, precisamente, su imperativa constitución.

Ejercicios de relajación propiciatoria para proyectistas atribulados

Aleksandr Nikoláyevich Scriabin

Existe una profunda relación entre la arquitectura y la música.
Por otra parte, también existe una larga tradición en el documentalismo que a la filmación de ciertas arquitecturas asocia ciertas emisiones musicales. Me permito intentar la operación inversa: escuchar profunda y relajadamente cierta música y acometer la tarea de los onironautas, que es soñar despiertos con otros mundos posibles.
A estos efectos, me permito recomendar a título de ejemplo, la Rêverie, Op. 24 (1898) de Aleksandr Nikoláyevich Scriabin (1872- 1915).
En este caso no se trata sólo de una sugerencia musicológica, sino que debe recordarse que este prestigioso sujeto estaba dotado de la facultad de la sinestesia, esto es, de asociar notas con colores. De hecho, llegó a imaginar un concierto en donde se asociara su música con un espectáculo de luces armónica y correspondiente coloreadas. Nada nos impediría asociar ritmos, melodías, armonías, tempos y desarrollos a formas arquitectónicas.

A ver qué se os ocurre.

Apuntes de viaje (II) El caso de Cinque Terre


Riomaggiore, 2019

Hay ocasiones especialmente felices —y, por cierto, lamentablemente escasas— en que la población humana hace bien a su paisaje. Cinque Terre es uno de estos casos.
A la dramática oposición de las montañas con el mar se le impone, de modo excepcional y virtuoso, la alianza de los hombres del mar y los de la tierra. Los pobladores no la han tenido fácil, pero han luchado con tenacidad para sobrevivir, crecer y multiplicarse. Sobrevivieron con sabiduría, crecieron dignamente y se multiplicaron con arte. Hacen de su humildad su probidad. Y resplandecen en lo mejor de su condición humana. Porque lo mejor que tiene Cinque Terre no es su pintoresquismo, sino la sabiduría de su gente al habitar un solar hermoso de la tierra.
Ahora que lo han conseguido, hordas de turistas no dejan de maravillarse y asolar la economía local, en beneficio de la compraventa de chucherías. Ojalá alguno de estos sanguinarios aprendamos algo de la lección de los pobladores genuinos de Cinque Terre. Cuando volvamos a casa ¿no será bueno preguntarnos cómo hacemos para infligirle menos vejaciones a nuestro propio paisaje?

Danza del cuerpo, formas del aire, arquitectura viva

Jerzy Hulewicz (1886 - 1941) Danza con faunos (1925)

Si se ignora al hombre, la arquitectura es innecesaria.
Álvaro Siza

Hay una arquitectura que trasciende las trazas del arquitecto constructor.
Es una arquitectura fruto de las coreografías de la vida cotidiana, que desarrolla formas en el aire: es la arquitectura de la arquitectura efectivamente vivida. Es una arquitectura vibrante, evanescente, que se mide por los desplazamientos rítmicos y armoniosos del cuerpo en el lugar. Es una arquitectura entrañable, constituida por el imperio de la humanidad viviente, producto del esfuerzo gozoso por la síntesis superior de una su forma.

A esta arquitectura es a la que abrigar, con sensibilidad y buen sentido, con talento y delicadeza, con una arquitectura construida que le haga condigno eco y homenaje.