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Apuntes de viaje (XIII) La profundidad de los patios


Real Alcázar de Sevilla, 2016

Los patios tienen tres tipos de honduras.
La primera es la hondura que se abre a la marcha, que es la dimensión que el patio tiene en común con todos los recintos. Un gran patio es, naturalmente, un patio profundo en este sentido.
La segunda es la hondura que el habitante debe vencer con el adentramiento, la dimensión que el patio tiene como ámbito interior que es. Adentrarse en un patio es diferente a marchar por él. La hondura interior no mide la extensión del largo con los pasos, sino la separación sutil que se entabla entre el lugar en donde uno ingresa al lugar hasta el sitio en que se detiene para considerar, con plenitud, que ahora sí está en su interior.
Pero la tercera hondura es, acaso, la más interesante y es la dimensión que se escapa hacia todo lo alto. Un gran patio, tal como el del Real Alcázar de Sevilla es singularmente profundo en la dirección que se dirige al cielo. Esta hondura se mide, por lo general, con los gradientes de la luz en correspondencia con lo absorta que puede dirigirse allí la mirada. Hacia la región del cielo que consigue atrapar para sí el patio.

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