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Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXV)


Eva Rubinstein (1933)

La piel lee la textura, el peso, la densidad y la temperatura de la materia. La superficie de un objeto viejo, pulido hasta la perfección por la herramienta del artesano y las manos diligentes de sus usuarios, seduce a la caricia de la mano. Es un placer apretar un pomo de una puerta que brilla por las miles de manos que han cruzado aquella puerta antes que nosotros; el limpio resplandor del desgaste se ha convertido en una imagen de bienvenida y hospitalidad. El tirador de la puerta es el apretón de manos del edificio. El sentido del tacto nos conecta con el tiempo y la tradición: a través de las impresiones del tacto damos la mano a innumerables generaciones. Un guijarro pulido por las olas es placentero para la mano, no sólo por su forma relajante, sino porque expresa el lento proceso de su formación; un guijarro perfecto sobre la palma de la mano materializa la duración, es tiempo convertido en forma.
Pallasmaa, 2005

Es fundamental el papel que tiene la piel en la operación de las cosas del mundo.
Son las manos las que investigan, palpan, tantean, consideran, sopesan. Y es el cuerpo el que consigue, en su síntesis orgánica, tener efectivo lugar en el mundo que contribuye a construir, de un modo u otro. En este sentido, la afirmación de nuestro autor (El tirador de la puerta es el apretón de manos del edificio) es sencillamente memorable.
Es para insistir: estamos en los albores de una nueva sensibilidad que hay que cultivar con ahínco y método.

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