Piero della
Francesca (1420- 1492) La ciudad ideal
(1470)
Aparece muy decorosa, limpia y unitariamente concebida. Lástima
que no tenga gente. En cada lugar hay un edificio concebido para cada estilo de
ocupación y poblamiento. Se debería denominar quizá ciudad disponible, antes
que ideal. Las ciudades reales se hacen, pese a quien pese, primero con los
pobladores y luego con todo lo demás.
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Para
el arquitecto, como no podría ser de otra manera, la ciudad ideal es aquella
concebida en forma integral en un solo y absoluto gesto de designio
constitutivo.
Pero
las ciudades reales son procesos, en
donde el tiempo yuxtapone, superpone, corrige y olvida ciertos designios
constitutivos siempre parciales, siempre conatos, siempre apuestas improbables
hacia el futuro.
Sólo
cuando todos comprendamos el derrotero histórico efectivo de las ciudades,
asistidos por un riguroso método hermenéutico, podremos arrojar, aquí y allá,
ciertos afortunados elementos urbanógenos
que demostrarán su potencia, pertinencia y eficacia en el futuro.
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