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Contra la ciudad adjetivada (IV) Ciudad resiliente


En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

La resiliencia es un concepto que, aplicado a las ciudades, consiste en que éstas tengan la capacidad para prepararse, resistir y recuperarse frente a una crisis.2

El presunto “concepto” de ciudad resiliente —puede sospecharse con peculiar intensidad— resulta de una sobresimplificación de una idea mucho más compleja que considera a las ciudades como sistemas autorregulables abiertos.
Tal como pasa con las diversas adjetivaciones que hemos examinado ya aquí, tras la sobresimplificación aparece, con un gesto mágico, el recetario taxativo de “soluciones”. Puede estimarse que la propia provisión de presuntas soluciones precede a la adjetivación misma, la que pasa a presentarse como soporte argumental.
Por el contrario, la plena asunción de la idea de sistema autorregulable abierto, aplicado a las ciudades, resulta de un esfuerzo por reconocer, descubrir y promover, en el seno de la participación social y política de los ciudadanos, un conjunto existente de recursos sistémicos en la ciudad.
Estos recursos sistémicos son los que hay que descubrir y estimular para la supervivencia efectiva de las ciudades.

1 Artículo completo en

2 Véase:

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