Cumulonimbos
Cuando no ando en las nubes,
ando como perdido.
Antonio
Porchia
La
observación del cielo no debe tenerse como un pasatiempo banal.
Nuestro
conocimiento geográfico concreto proviene de reconocer, en forma ya sistemática
o ya sintética, las más pormenorizadas características del cielo que nos
resguarda. Poblar un lugar preciso de la tierra es arroparse con su luz, con su
color, con las figuras de su estado. Andar en las nubes, en el fondo, supone
situarse firme en tierra y comprender cómo domina nuestra posición la clave de
la bóveda, que siempre es una circunstancia peculiar de nuestra situación.
Por
ello, el poeta, si no puede andar en las nubes, se pierde en un lugar que se
vuelve, por este hecho, uno cualquiera. Por ello, la apreciación cotidiana del
cielo debería constituir un derecho ciudadano reconocido: para poder verificar
dónde es que uno está. Por ello, es con las nubes del cielo que podemos afirmar,
sin duda razonable alguna, que permanecemos aquí y ahora.
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