Anónimo. Portada del libro Los
sueños de Hervey de Saint-Denys (1867)
Por ahora, se trata de soñar e intentar cultivar el sueño
lúcido, materia ilustrada por este libro, del que apenas hemos salvado la
portada. Soñar, en todo caso, en que otro mundo es posible.
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El
ejercicio de la duda y la conjetura demanda mucho rigor para ser considerado un
ejercicio verdaderamente filosófico.
Por
esto es más apropiado a la humildad reivindicarse como soñador, como onironauta,
navegante de ensueños tan desprovisto de brújula como animado por las ansias
del puro navegar.
Lástima
grande que sólo llegáramos a atisbar la mera promesa de dirigir, con medios
adecuados, la embarcación ebria del sueño.
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