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Viejas cuestiones (XXV): El compromiso del arquitecto

Lawrence Alma-Tadema (1836–1912) Arquitectura en la antigua Roma (1877)

Ocuparse del habitar supone un compromiso específico del arquitecto.
Pero el habitar puede no ser una única finalidad necesaria para la arquitectura.
¿Con qué se compromete una arquitectura más allá —o fuera— del habitar?

El habitar humano no es el único compromiso posible del ejercicio profesional de la arquitectura.
De hecho, el primero de los compromisos históricos es con la construcción en sí, con la empresa ingeniera que resuelve estructuras estables y durables. Arquitectos e ingenieros, desde ese entonces, abordan la gesta heroica del construir. Esto implica una épica y una ética concertadas en torno al producto material.
Con el desarrollo de las condiciones sociales, económicas y culturales, emergió en la conciencia social un nuevo compromiso con el designio, esto es, con el poder de imponer una forma significativa a la materia. Los arquitectos viraron hacia el arte ennoblecido por la incorporación protagónica de las virtudes del intelecto, peculiarmente reconocidas en la geometría. Estas condiciones son propias de una poética propia y diferencial, que conduce a algunos a reivindicar, no sin esfuerzo, una eventual autonomía disciplinar.

Aunque parezca difícil de explicar en un contexto de sentido común, el compromiso consciente y asumido del arquitecto con el habitar no deja de ser una novedad histórica.

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