…Al considerar al habitar como sinónimo de relación con el mundo, le atribuimos un significado antropológico primordial, en cuanto fenómeno cultural, que es al mismo tiempo elemental y universal.
Giglia, 2012: 9
El habitar no es una forma de conducta
cualquiera: es el ethos de hacer presencia y población en el mundo que
constituimos. Por ello, el habitar tiene una naturaleza relacional; está
construida por nuestra condición de seres situados, de seres que tienen lugar
siempre en unas circunstancias precisas, necesarias e inescindibles de nuestra
contextura humana. La caracterización del habitar como fenómeno cultural es
peculiarmente importante por implicar que no se trata aquí de una conducta
humana innata o “silvestre”, sino que supone un aprendizaje, unos modos de
transmisión intergeneracional no genéticos y un estatuto de producciones de
sentido.
Hay que prestar peculiar atención a
esta primordialidad antropológica fundada en el carácter elemental, básico,
fundamental. Lo primero, por sencillo, por ineludible, por constitucional, es
habitar. Y si esto es cierto, no lo es menos que es universal, porque a todos y
en todo momento nos es impuesta la condición de habitantes, aun cuando no nos
desempeñemos de los mismos modos. Mediante dos líneas de reflexión
antropológica podemos confirmar, ahora, que estamos más o menos donde debíamos
estar, en cuanto a reflexionar estas cuestiones.
Ref: Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura.
Barcelona, Anthropos, 2012
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