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Onironáutica (II)

Gustav Klimt (1862–1918) Mujer acostada (s/f)

La mera mención a los sueños en arquitectura puede provocar la guasa fácil de todos aquellos que se tienen por “realistas”, “prácticos” y “concretos”.
En beneficio de la verdad es preciso aclarar. No se trata de abandonar lo real, lo práctico o lo concreto para sustituirlo por lo fantasmal, ilusorio o irracional, sino de descubrir los motores efectivos del deseo humano de habitar.
Allí donde el espíritu humano se encuentra consigo mismo, desnudo de toda apariencia extraña, propio y hondo, allí es donde encontraremos el origen de la mejor de las arquitecturas. Esa arquitectura que anhela la hondura de nuestro psiquismo. Nada es más realista, práctico y concreto que atender a sus signos.

Porque la arquitectura que yace en lo profundo de nuestro psiquismo es precisamente aquella que aspiramos, más que legítimamente, a habitar.

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