Visitación
—Soy la Muerte— me dijo. No sabía
que tan estrechamente me
cercara,
al punto de volcarme por la
cara
su turbadora vaharada fría.
Ya no intento eludir su
compañía:
mis pasos sigue, transparente y
clara
y desde entonces no me
desampara
ni me deja de noche ni de día.
—¡Y pensar —confesé—, que de mil modos
quise disimularte con apodos,
entre miedos y errores
confundida!
«Más tienes de caricia que de
pena».
Eras alivio y te llamé cadena.
Eras la muerte y te llamé la
vida.
Alfonso
Reyes
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