Casa de
Fructuoso Rivera
Subrayados en su ubicación
natural, pero súbitamente museificados por la mirada del especialista, se
considera que esos materiales espaciales a patrimonializar expresan
elocuentemente virtudes colectivas que deben durar, ingredientes de los que –se
insinúa– depende la pervivencia misma del grupo que los exhibe como sus
atributos extensivos. Es así que ciertos aspectos de un determinado territorio
reciben un trato singular al ser integrados en la lista de lo que se establece
que es patrimonio cultural, artístico, etnológico, histórico... Fragmentos del
espacio son de este modo enaltecidos y salvaguardados por su valor como pruebas
de un pasado digno de ser recordado, es decir tenido presente.
Manuel
Delgado, 20171
Una
segunda etapa del reconocimiento patrimonial proviene del recuerdo de aquellos
personajes que pudiesen considerarse padres.
Es que, desde un punto de vista etimológico, el patrimonio es el legado de los
padres.
En
nuestro país se reconocen como tales a ciertos próceres fundadores históricos
de una nacionalidad forjada con gestos belicosos, independentistas y
republicanos, mediante un proceso largo, sangriento y no exento de complejas
figuras de luces y sombras. Así que los historiadores de cuño tradicional han
reivindicado la museificación de las residencias de estos padres de la patria,
fundadores de los Partidos Políticos Tradicionales. Tal el caso de la
residencia del General Fructuoso Rivera, fundador del Partido Colorado, primer
presidente constitucional del país.
Con
la incorporación de casas como ésta se construye una historia, por una parte y
por otra se sanciona aprobadoramente una opción historiográfica por una
historia —recordada, rescatada, y también inventada— inscrita en el palimpsesto
urbano.
Y ahí
está nuestra ciudad de Montevideo, recordando a su prócer en la Ciudad Vieja,
(honrándolo además con la denominación de una importante avenida) y olvidando
el genocidio de Salsipuedes, allí en donde el General decidió exterminar a los
charrúas, habitantes originarios de nuestro atribulado país.
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