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Tristezas del habitar (I)


Las cosas de vivir podrían conservarse casi idénticas a sí mismas a lo largo del tiempo y podrían envejecer noblemente. Pero no.
Nuestra vida podría constituir un continuo proceso de refinamiento en el gesto y cada gesto podría dejar una impronta de mejora continua en nuestro hábito primordial. Pero no.
Podríamos apreciar, petulantes, cómo día a día mejora nuestra condición objetiva y con ello nuestro contento. Pero no.

Es en verdad triste comprobar cómo ciertas penosas fealdades nos afligen el alma, todos los días un poco y al final...

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