La comunicación entre las
personas requiere de un mínimo de espacio para poder desarrollarse. Es
necesario poder dar comienzo y final a los encuentros. Si estamos sentados a
una mesa o reunidos alrededor de un café, con inclinarnos hacia adelante y
hacia atrás regulamos nuestro grado de participación en la charla. En una calle
o en una plaza podemos movernos como si fuéramos parte de una coreografía
acercándonos, alejándonos, moviéndonos hacia los costados e inclusive retirándonos
completamente de la interacción. Una buena conversación requiere de una cierta
flexibilidad para poder funcionar. No es necesario establecer una cantidad fija
de metros, con solo establecer un espacio donde uno pueda maniobrar entre la
distancia íntima y la personal es suficiente.
Jan
Gehl, 2010
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