Toda ciudad es una sociedad de
lugares, unidos entre sí por una red de itinerarios que les permiten dialogar
entre sí. En cada uno de esos puntos y trayectos hay implícita una memoria, un
nudo que permite conectar el pasado con el presente. Las deambulaciones
rituales que periódicamente conoce una ciudad son una prueba de esta puesta en
significado de que son objeto constantemente sus calles y plazas. Las
manifestaciones, cabalgatas, rúas, carreras populares, procesiones, desfiles,
comitivas o pasacalles que recorren la trama urbana funcionan como coágulos
humanos cuya homogeneidad relativa contrasta con la extremada versatilidad y
fragmentación de la actividad cotidiana de la calle. Cada uno de esos actos-río
es una colonización efímera, una conquista provisional de parte o toda una urbe
por un sector de la sociedad que la
mora.
Manuel
Delgado, 2000
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