Meteora,
Grecia
Hubo
tiempos que fue peligroso habitar la llanura y en donde estas alturas azotadas
por el viento prometían una confortante cercanía con Dios.
Todo
habitante está situado entre el suelo y el cielo: habita un horizonte. Pero los
religiosos de Meteora prefieren acercarse todo lo posible al transparente
firmamento que aloja el sueño, el consuelo de la fe y una conveniente distancia
con un mundo convulsionado.
Es incontrastable
una especial simpatía con estos ermitaños de la altura.
¿Y nosotros? ¿A qué altura decidimos habitar? ¿Cuán lejos del suelo y cuán cerca del
cielo? Y viceversa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario