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Paisaje revisitado (III)

Meteora, Grecia

Hubo tiempos que fue peligroso habitar la llanura y en donde estas alturas azotadas por el viento prometían una confortante cercanía con Dios.
Todo habitante está situado entre el suelo y el cielo: habita un horizonte. Pero los religiosos de Meteora prefieren acercarse todo lo posible al transparente firmamento que aloja el sueño, el consuelo de la fe y una conveniente distancia con un mundo convulsionado.
Es incontrastable una especial simpatía con estos ermitaños de la altura.

¿Y nosotros? ¿A qué altura decidimos habitar? ¿Cuán lejos del suelo y cuán cerca del cielo? Y viceversa.

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