Vincent van
Gogh (1853- 1890) Dos jóvenes en una
senda campestre (1890)
No fue Heidegger el primero en
averiguar que aletheia significa propiamente desocultación. Pero él nos ha enseñado lo que
significa para la concepción del ser que la verdad tenga que ser arrebatada del
estado de ocultación y encubrimiento. Ocultación y encubrimiento son
correlativos. Las cosas se mantienen ocultas por naturaleza; “la naturaleza
tiende a ocultarse”, parece que dijo Heráclito. Igualmente, el encubrimiento es
propio de la acción y del lenguaje humano. Porque el lenguaje humano no expresa
sólo la verdad, sino la ficción, la mentira y el engaño. Hay, pues, una
relación originaria entre el ser verdadero y el discurso verdadero.
(Gadamer,
1989)
¿Por
qué el lenguaje humano, aparte de expresar la verdad, también incurre en la
ficción, la mentira y el engaño?
Al
respecto, ya se ha pronunciado Umberto Eco: porque
el lenguaje puede mentir, es precisamente la razón por la que pueda decir
la verdad. Si el lenguaje no pudiese errar, engañar o encubrir, no serviría
para nada. Pero es esta condición de falible la que funda la posibilidad
efectiva de que, en ciertas circunstancias, pueda alcanzar algo de verosimilitud,
aproximarse siquiera algo a la verdad material.
Es el juego del lenguaje, en su doble
compromiso con los significados y con las referencias a las cosas, el que da
oportunidad a la aletheia de manifestarse.
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