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Acerca de la experiencia estética


Tiziano Vecellio (1477/- 1576) Venus de Urbino (1538)

En la locución ‘experiencia estética’ puede concebirse un núcleo epistemológico fundamental para el desarrollo de una teoría estética adecuada a nuestro contexto.
Con esto se quiere decir que la concepción de experiencia estética aúna, estructurados, tres componentes ineludibles y mutuamente imbricados. Estos son: la cognición estética, las prácticas de recepción y la producción de juicios estéticos. Una vez que uno se propone, en primer lugar, a la propia estética como el desarrollo riguroso de una teoría consistente y rigurosa sobre al aisthesis, esto es, el fenómeno estético en sí, entonces no puede sino concluir que debería afrontar cognoscitiva, práctica y productivamente la experiencia estética como tal.
El modelo de la experiencia estética reconoce que existen, en la vida social, ciertas predisposiciones culturalmente determinadas para entablar ciertos vínculos de apreciación estética en ciertas condiciones. Favorecen la situación de apreciación estética, entre otras condicionantes, la ritualización social de la contemplación, el recorte figural de los objetos a enjuiciar, el reconocimiento sociocultural de valores reconocidos, el distanciamiento relativo de la actitud práctica cotidiana y la asimilación a paradigmas de prestigio social y cultural.
La experiencia estética es un constructo teórico que pretende dar cuenta del fenómeno implicado no sólo cuando un sujeto contempla y aprecia una “obra de arte” (pictórica, escultórica, dramática, musical…), sino también cuando se lo vincula con la manipulación de un objeto de diseño, o con la habitación de un hecho arquitectónico o con la disposición contemplativa ante un paisaje.

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