Arnulf de Bouché
(1872-1945) Odalisca (1920)
La
creencia romana antigua en la existencia del genius loci, esto es, un genio
propio de cada lugar, puede ser una intuición sintética de una verdad que debe
ser pormenorizada.
En
efecto, dado que el hombre es una entidad en situación, debe suponerse que
tener efectivo lugar es una circunstancia especialmente trascendente que hace
que el emplazamiento concreto de las personas deba obedecer a un conjunto de
condiciones que se desean favorables.
No
podemos irrumpir en nuestro lugar como advenedizos, extraños u hostiles. Es
natural que esta condición se proyecte como una fuerza propia del
emplazamiento, que nos recibe ya de buen grado, ya con reservas, ya con franco
rechazo. Estas reacciones son reflejos simbólicos de las cuotas de identidad,
memoria y adecuación que podemos forjar en el habitar de nuestros lugares.
El
genius loci es, entonces, el valor sintético que adquieren la identidad, la
memoria y la adecuación cuando concurren en la habitación efectiva de los
lugares en el trance de hacerlos nuestros, propios, genuinos.
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