Edward
Burne-Jones (1833 –1898) Teseo y el
Minotauro en el Laberinto (1861)
Si quisiéramos intentar construir
una arquitectura acorde a la naturaleza de nuestra alma -pero somos demasiado
cobardes para eso- el laberinto debería ser nuestro modelo
(F.
Nietzsche: Aurora, aforismo 169)
¿Para qué quisiéramos intentar construir
una arquitectura acorde a la naturaleza de nuestra alma?
Quizá
nos reduplicaríamos en nuestro tener efectivo lugar. Queda por ver qué
beneficio podría obtenerse de tal operación. Es que puede tratarse esta
situación ya como una armonización virtuosa tanto como el precipitado hacia una
sima insondable.
¿Es
posible acaso concebir y construir arquitecturas que no resulten acordes con la
naturaleza de nuestra alma? Puede que sí, puede que nuestra existencia sea, en
el fondo, inauténtica y alienada, pero ¿una existencia auténtica liberada de
nuestra condición cobarde, resultaría necesariamente sana?
Está
abierta la cuestión y estoy muy lejos de poderla zanjar de modo satisfactorio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario