Somos -tenemos entidad, no
"somos" fantasmas o ilusiones, no somos efimeros, como los griegos
calificaban a los humanos- porque habitamos. Ser -tener un ser, una entidad-
implica tener un lugar en el mundo, estar emplazado, no encontrarse
desorientado, tener un techo, un refugio donde acogerse. Eso no es una condena
al nomadismo, si bien es cierto que loa pueblos asentados se oponían a los
nómadas, y los mitos (como el mito bíblico del Éxodo) reflejan esta oposición o
esta dualidad. Pero los nómadas no van perdidos, a la deriva, sino que siguen
sendas establecidas, que se repiten cíclicamente. Recorren, están en un mismo
territorio. El mundo es su casa.
Pedro
Azara, 2018
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