Páginas

Las cosas a la mano (III)


Ian Berry (1934- )

Producir significa profetizar cosas con las manos. Cuando los homínidos comienzan a pulir piedras con piedras o a sujetar piedras a mangos, sus ojos se convierten en testigos de un acontecimiento, del que no hay ejemplo alguno en la vieja naturaleza: experimentan cómo algo se convierte en un ser-ahí que nunca hubo ahí, que no había, que no estaba dado: el utensilio conseguido, el arma destructora, el adorno brillante, el signo comprensible. Como criaturas de producciones con éxito, los utensilios proporcionan a sus creadores el asomo de una gran diferenciación: estos recién llegados al espacio homínido son los mensajeros que anuncian que detrás del estrecho horizonte del entorno hay un espacio de expectativa, por el que afluye hasta nosotros algo nuevo, portador de suerte o de desgracia; algo que algún día se llamará mundo. Por su causa, los quirotopianos comienzan a vislumbrar que son isleños, rodeados por lo inquietante, visitados por lo nuevo, provocados por signos.
Sloterdijk, 2004

Las manos se cierran sobre sí mismas y producen signos de lucha.
Profetizan una voluntad, firman un pacto, ansían una paz en el futuro, de la que hoy sólo es posible atisbar algún débil esplendor en el horizonte. Las manos se tienen a sí mismas para conseguir todo aquello que haga falta.
Por interposición suya, el mundo es transformable.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario