Eduardo Gageiro
(1935- )
Démosle una habitación propia y
quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo
que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un libro mejor
Virginia
Woolf, Una habitación propia, 1929
Participemos
de la felicidad efectivamente conquistada por la mujer de la fotografía. Ya
dispone de una habitación propia, con vistas y condiciones proclives para dar
todo de sí. Parece contar con cierta tranquilidad para abordar su desafío.
Puede que se favorezca con el material adecuado para prepararse, el ámbito
digno para desarrollarse y la arquitectura del paisaje decorosa para producir
lo suyo.
No
importa ya tanto que escriba su libro mejor; lo verdaderamente importante que tiene lugar allí y está en su pleno
derecho.
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