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Atmósfera


Julie de Waroquier (1989)

La habitación del lugar tiene instancias que, pese a su aparente futilidad, revelan con singular belleza su condición fundamental.
Los golpes de brisa en los cortinados son uno de estos fenómenos en los que nada importante parece suceder y quizá sea esto lo que merezca mayor atención y sensibilidad. La evidencia perceptible que habitamos una atmósfera es un evento que no debemos soslayar, so pena de incurrir en un intrascendente prosaísmo. Porque lo que habitamos es una materia leve, fresca y movediza, es que el batir cadencioso de las cortinas revela esta condición de modo ejemplarmente sencillo y por qué no, poético.
No nos permitamos la miseria de no celebrar que la brisa bata nuestras cortinas y nos cubra una piel capaz de percibir esta alegría esencial de la brisa.

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