Andrea Frazzetta
Puede
adivinarse, aunque no esté acreditado, que tras la lupa acecha un ejemplar de
humanista, bibliómano y pensador insigne.
Me
callo el nombre que sospecho. Porque lo importante en la fotografía es
precisamente ese gran lente de aumento que multiplica tanto la atención
acuciante como la revelación más íntima de los signos y las manchas del tiempo.
Sujetos
así merecen, por justicia poética, ser asesinados mediante la aleve maniobra de
envenenar las esquinas inferiores de los folios. El torvo criminal puede
esperar con toda la paciencia del mundo. Su víctima, fundamentalista del Libro,
hará precisamente lo que previó este plan siniestro.
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