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La piel


Hollie Fernando

Cuando la estructura fundamental del lugar poblado por el cuerpo toma contacto adecuado, digno, decoroso y pleno con la arquitectura convencional es que la piel tiene su especial deleite.
La buena arquitectura viva, entonces, es la que gratifica su caricia sobre la piel. La buena arquitectura viva es la que se deja rozar con el placer que nutre tanto el interior como el entorno inmediato del aquí intensamente poblado. La buena arquitectura viva es esa que siente la piel al descubierto y la que se juzga con la más frágil y sensitiva condición.
Porque allí, en el lugar de la brisa, en la frontera entre la plena luz y el abrigo de las penumbras, allí mora el cuerpo arropado con tan solo su piel.

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