Alfred Stieglitz
(1864-1946)
Una vez
que irrumpimos en el horizonte y lo poblamos con una contundencia que no ignora
el estupor, es entonces que habitamos un paisaje.
Podemos
llamar paisaje, en este contexto
discursivo, al acto de encajarse los elementos en una estructura de sentido.
Porque tierra, cielo y horizonte sólo adquieren su relevante estatuto de mundo
cuando y sólo cuando las personas tienen lugar allí.
Porque
es por obra del habitar del hombre que un sitio de la naturaleza alcanza, por
fin, el carácter óntico de lugar y la
forma efectivamente perceptible de paisaje.
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