Stephanie
Sinclair
Los
interiores habitados deben contar con la hondura conforme a la propia de los
sujetos que los pueblan.
Es que
las personas se abisman hacia su subjetividad y el lugar que habitan debe
registrar, amparar y cultivar esa interioridad constitutiva. Porque las
personas no son sucintas en su ser, es necesario que los lugares que ocupen se
desarrollen en profundidad, a efectos de dar a cada sujeto su lugar apropiado.
Y quien reivindica las honduras subjetivas particulares, asimismo lo hace con
los abismos psicosociales propios de los grupos.
Si
comprendemos esto, comprendemos que la arquitectura puede servir a la
constitución liminar de las personas en lo que le es más propio: el lanzarse, a
la vez, hacia adentro y hacia afuera.
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