Bert Teunissen
(1959)
La
residencia en la casa es todo menos estática. Habitar insume trabajo, fatigas,
desasosiegos. Quizá por esto la paz doméstica nos es tan valiosa. En el momento
en que podemos sentarnos en paz a disfrutar de la luz de la ventana es, en
verdad, un premio a todos estos desvelos.
Si bien
en la agitada vida pública es patente nuestra lucha por el sustento, no debe
quedar invisibilizada la labor constante de construir y reconstruir un orden de
cosas doméstico que exige esfuerzo cotidiano. Marchamos por la vida trabajando
puertas afuera y trabajando en otro modo puertas adentro.
El
umbral de la casa es la región que atravesamos —a diario y sin reparar apenas
en ello— entre el labour y el work, que tanto interesaran en su
distinción a Ágnes Heller.
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