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La vocación de plenitud del lugar


Linda Butler (1947)

Cuando una persona puebla un ámbito, lo colmata con su presencia vital, lo vuelve tan palpitante como pleno en su condición.
Mientras que los sitios manifiestan su condición en términos de vacuidad, de receptáculo, de potencias, los lugares se presentan llenos, ocupados, concretos y palpables. Cualquiera puede irrumpir en un sitio, pero para ingresar a un lugar hay que solicitar el permiso correspondiente. Un sitio se constituye en un aviamiento del espacio y el tiempo, mientras que un lugar siempre supone una suerte de esfera de relativa clausura. La apertura de un sitio supone un desbrozamiento, una negación inaugural, un espaciado o cesura. Pero la apertura de un lugar es asunto diferente: es preciso trasponer circunspecto unos umbrales, contar con la aquiescencia del locatario y disponer de sendas de adentramiento con precisas indicaciones de detención. Los lugares cultivan una vocación intrínseca de plenitud.

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