La motivación para la constitución de una morfología en
una teoría arquitectónica del habitar está dirigida al vínculo entre las formas
o modos de presencia del habitante —configurando un acontecimiento—, y las correlativas
formas construidas del lugar acondicionado al efecto.
No se trata de una
taxonomía descriptiva de la constitución física de los componentes
arquitectónicos, ni de las distintas configuraciones geométricas del espacio
arquitectónicamente conformado. Se trata de explorar y describir las formas del
habitar y cómo estas formas y figuras constituyen una contraforma a la constitución física y geométrica del espacio
habitado.
Estas contraformas obrarían, quizá, como una determinante
sutil de la forma arquitectónica resultante del diseño.
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