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Los bienes arquitectónicos

A lo largo de la historia de la actividad arquitectónica profesional se han construido positivamente ideas, nociones y conceptos en torno a los bienes arquitectónicos, esto es, a los diversos aspectos que adquieren las producciones arquitectónicas en relación a valores.
Es así que, en los hechos, hay un amplio consenso en que, al menos, hay tres formulaciones fundamentales para dar cuenta de los bienes arquitectónicos, en el marco del desarrollo profesional de la actividad. Estos bienes son:
1.       Sinceridad constructiva y probidad eficaz en el oficio
2.       La adecuación a la función: la funcionalización ética
3.       El decoro y la forma digna
Estas tres fórmulas caracterizadoras de los bienes arquitectónicos deben implicarse mutuamente y sintetizarse en un bien positivamente definido, propio de lo arquitectónico en el seno de la vida social y entendida como actividad social de producción.

Así, el fenómeno de la moralidad específico a la empresa social arquitectónica tiene un marco general de sentido en la ética ambiental y en la consecución de la buena vida, un horizonte ético específico.

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