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Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Noveno fragmento

Quien desee descubrir alternativas a la existencia en autarquía estoica o en autoarresto individualista ante el espejo hará bien en acordarse de una época en la que toda reflexión sobre la conditio humana estaba impregnada de la evidencia de que entre los seres humanos, tanto en la proximidad familiar como en el mercado público, funciona un juego incesante de contagios afectivos. Mucho antes de que consiguieran imponerse los axiomas de la abstracción individualista, los filósofos-psicólogos de la temprana Modernidad habían dejado claro que el espacio interpersonal está saturado de energías que, concurriendo simbiótica, erótica y miméticamente, desmienten radicalmente la ilusión de la autonomía del sujeto. La ley fundamental de la intersubjetividad, tal como se concibió en la época premoderna, es la de la fascinación del ser humano por el ser humano. […] Entre los seres humanos la fascinación es la regla y el desencanto, la excepción.
(Sloterdijk, 1998: 197)

Comentarios

  1. Si seguimos en esto a nuestro autor, en todo lugar interpersonal, los sujetos son aquellos que una compleja red de vínculos los sujeta en sus lugares íntimos particulares.
  2. En esta época resulta consoladora la idea que los vínculos interpersonales sigan la ley de la fascinación, aunque la vivencia de nuestro tiempo presente nos desencante en su triste realidad de soledades puestas en conflicto. Con estas contemporáneas soledades en mutuo conflicto es difícil que una clásica discusión — en que alternan e interactúan diversos discurrires— no acabe, indefectiblemente en una pelea.

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