Estamos en
una microsfera siempre que estemos:
—primero, en un espacio intercordial,
—segundo, en la esfera interfacial,
—tercero, en el campo de fuerzas “mágicas” de unión
y de influjos hipnóticos de aproximación,
—cuarto, en la inmanencia, es decir, en el espacio
interior de la madre absoluta y de sus metaforizaciones posteriores al parto,
—quinto, en la díada-con, o desdoblamiento placental, y sus conformaciones sucesivas,
—sexto, bajo la custodia del acompañante
inseparable y de sus metamorfosis,
—séptimo, en el espacio de resonancia de la voz
materna, que saluda dando la bienvenida, y de sus reproducciones
mesiánico-evangélico-musaicas.
Sloterdijk,
1998: 485s)
Comentarios
- Visto el compendio de la esforzada
construcción de esferas de este primer volumen, sospecho que hablar de
unas microesferas es, con otras palabras, mentar al viejo y querido sujeto. Dicho sujeto no se
contentaría con restringirse a la idea estoica del individuo, sino que comprendería el necesario lugar íntimo en
el que su existencia es posible y efectiva.
- Hay que esperar que la habitual deriva
laberíntica del pensamiento descubra la fertilidad de este magnífico
compendio de intuiciones.
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