En estado de desarrollo mínimamente
completo la antroposfera es determinable como un espacio de nueve dimensiones.
A ella pertenecen, como aportaciones configuradoras de mundo, imprescindibles
cada una de ellas en su caso, las siguientes dimensiones o topoi.
- el
quirotopo, que incluye el ámbito de acción de las manos humanas, la zona
de lo que está ante ellas y a su disposición, el entorno de acción (acción
manual en sentido literal), en el que se producen las manipulaciones
objetivas primarias, los primeros lanzamientos, golpes y cortes, los
primeros efectos característicos,
- el
fonotopo (o logotopo), que genera la campana vocal bajo la que los
convivientes se oyen unos a otros, hablan unos con otros, se reparten
órdenes unos a otros e inspiran unos a otros,
- el
uterotopo (o histerotopo), que sirve para la generalización del ámbito
maternal y para la metaforización política de la gravidez, y produce una
fuerza centrípeta, que, incluso en unidades más grandes, será
experimentada por los incluidos en ellas como sentimiento de pertenencia y
fluido existencial común,
- el
termotopo, que integra al grupo como receptor originario de los beneficios
de la repartición de los efectos del hogar, que representan la matriz de
todas las experiencias de confort y a causa de los cuales es dulce la
patria,
- el
erototopo, que organiza el grupo como el lugar de las energías eróticas
primarias de transferencia, y le pone bajo estrés como dominio de celos,
- el
ergotopo (o falotopo), en el que una fuerza paternal o sacerdotal de
definición, con efectos en todo el grupo, genera un sensus communis, un
decorum (una conveniencia) y un espíritu de cooperación, desde el que se
formulan obras (erga, munera) comunes, fundadas en la necesidad, y se
distinguen diferentes funciones laborales, hasta el enrolamiento de los
miembros en el máximo estrés, la guerra, que se entenderá como la obra
fundamental de una comunidad elegida para la victoria,
- el
alethotopo (o mnemotopo), por el que un grupo en aprendizaje se constituye
como custodio de su continuum de experiencia y se mantiene en forma como
depósito central de la verdad con su propia pretensión de validez y su
propio riesgo de falsificación,
- el
thanatotopo o theotopo (o bien, iconotopo), que ofrece a los antepasados,
a los muertos, a los espíritus y dioses del grupo un espacio de revelación
o un teclado semiótico para manifestaciones significativas del más allá,
- el
nomotopo, que vincula recíprocamente a los coexistentes por “costumbres”
comunes, por reparto del trabajo y expectativas recíprocas, con lo que,
por el intercambio y el mantenimiento de la cooperación, aparece una
tensegridad imaginaria, una arquitectura social compuesta de expectativas,
apremios y resistencias mutuos, en una palabra, una primera constitución.
(Sloterdijk, 2004: 279s)
Comentarios
- Un espacio de nueve dimensiones y eso
que falta el tiempo
- Es notable cómo el autor se permite
ejercer el sacro privilegio de esgrimir neologismos o cultismos
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